Trinoceronte

Porque 140 caracteres a veces no son suficientes

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347940

Despertar sabiendo que un asteroide tiene tu nombre no es una historia que se pueda contar todos los días.  A pesar del inmenso honor que siento por este reconocimiento quiero también resaltar aquí algunas realidades alrededor de este «bautizo» y en general de lo que significa que podamos ponerle nombres al millón y pico de asteroides que conocemos y que flotan entre las órbitas de Marte y Júpiter.

«347940 Jorgezuluaga (2003 FZ128) http://ssd.jpl.nasa.gov/sbdb.cgi: que si no lo veo en una semana le cambian el nombre #QueHonor »
Mayo 20 de 2014
http://bit.ly/trino-asteroide

Tamaño del asteroide (347940) Jorgezuluaga en comparación con la ciudad de Medellín

Tamaño del asteroide (347940) Jorgezuluaga en comparación con la ciudad de Medellín

Como seguro muchos sabrán (o adivinaran al leer la introducción a esta entrada) un asteroide de unos 8 kilómetros en el cinturón principal ha sido bautizado con mi nombre.  Es un honor increíble que un objeto del Sistema Solar lleve el nombre y apellido que me pusieron al nacer.  El honor es aún más grande para alguien que esta vivo y que puede disfrutar, por ejemplo del reto de buscarlo y verlo en el cielo.  No sé si el Asteroide es afortunado o si la afortunada es mi mamá que con una gran visión me puso el nombre de una «piedra espacial».

Me siento muy contento en especial por las personas más cercanas a mí, mis hijos, esposa, padres, hermanos, sobrinos, etc. que pueden contar la historia de que un pariente suyo ha servido como etiqueta para un cuerpo que posiblemente estará en el espacio por otros 5 o 7 mil millones de años más.  Pero más importante es que este reconocimiento valida el trabajo que he hecho en la Universidad de Antioquia, a veces con mucha dificultad y enfrentando el escepticismo de mis colegas, por el desarrollo de la Astronomía local y nacional.  Espero también que sea un aliciente para mis estudiantes que ahora saben que trabajando muy duro y persiguiendo las metas más altas (a veces contra la corriente) se puede conseguir premios inesperados en la vida, como ese de que sus nombres sean «inmortalizados» en el cielo.

Pero esta entrada no es el espacio para dar un discurso de agradecimiento.  En realidad la escribo como una entrada académica sobre lo que justamente significa que le demos nombre a las «piedras» del Sistema Solar.

Lo primero que me dijo Sofía, mi hija de 8 años, cuando se enteró de este reconocimiento fue: «Papi: ¿por qué los Astrónomos le ponen el nombre a los asteroides? es como si yo saliera por la calle y empezará a ponerle nombre a las piedras que me encuentre en el camino».  Muy buen punto el de Sofía.  Solo un niño podría, en lugar de emocionarse, identificar un poco el «ridículo» del bautizo de una piedra.  El problema es que Sofía no sabe, tal vez por su edad, que los humanos somos unos bichos raros para los cuales estas cosas son realmente muy relevantes.

Ponerle el nombre a los Asteroides del Sistema Solar no tiene, primero, nada que ver con la ciencia detrás de estos antiguos restos de la formación del sistema planetario y segundo no afecta para nada lo que sabemos de ellos o lo que eventualmente les va a pasar.  Estamos hablando de una costumbre muy humana, esa costumbre de clasificar, marcar o etiquetar todo lo que vemos.  Las etiquetas usadas por la ciencia para nombrar las cosas son muy diversas.  Van desde nombres propios completamente nuevos, palabras de uso común, acrónimos hasta esquemas simplificados usando números y letras.  En realidad el protagonista de esta historia (el asteroide 347940), ya tenía una etiqueta, aunque no muy romántica: 2003 FZ128.  La etiqueta lo dice todo: el asteroide fue descubierto en 2003, en la segunda quincena de Marzo (F) y fue el objeto 3225 descubierto en esa quincena (Z128).  Obvio, ¿no?

Hoja de datos del asteroide  347940 Jorgezuluaga.

Hoja de datos del asteroide 347940 Jorgezuluaga.

Desde tiempos históricos, sin embargo, distintas culturas han decidido usar nombres de cosas terrenales (bien sea personajes reales o ficticios) para nombrar las cosas del cielo.  Así fue como personajes de todas las mitologías y culturas se ganaron su lugar entre las estrellas y las constelaciones.   Desde finales de los años 70 la Unión Astronómica Internacional (IAU), que es la máxima autoridad en temas de estándares astronómicos, decidió que nombres menos «literarios» pudieran ser asignados al menos a los cuerpos más abundantes del Sistema Solar: los asteroides. Así fue como llegó mi nombre allá.  Ahora bien: el nombre de otros 18,540 personajes, lugares, agrupaciones entre otros, había ya ganado esa honrosa distinción antes de mí (en este enlace encontrarán una lista completa en orden alfabético de los distinguidos hasta mayo 15 de 2014, incluyéndome).

Se conocen alrededor de 1 millón de asteroides de los cuales aproximadamente 625,000 tienen denominaciones tan poco románticas como 2003 FZ128.  Las reglas dicen que los descubridores (es decir los astrónomos que registraron por primera vez su posición) pueden ponerle el nombre de algún personaje, lugar y organización.  El nombre no es arbitrario sino que debe cumplir unas reglas básicas: no deben parecerse a nombres ya puestos a otros cuerpos; deben ser pronunciables (pero ¿por quién? encuentren a un italiano o un gringo que pronuncie Jorge correctamente); no deben glorificar individuos o eventos políticos o militares (por lo menos no antes de que pasen 100 años).  Tampoco es que se le pueda poner el nombre del perro a un Asteroide.  Todos los nombres propuestos deben llevar una justificación escrita y son rigurosamente revisados antes de que se emita la circular aprobándolos.  Sin embargo hay una regla que se pasa de lo injusta: los descubridores no pueden poner su propio nombre a los objetos que descubran.

Y es que en el caso del 347940 hay un personaje que merecería con creces que su nombre residiera también entre los asteroides.  Se trata del Profesor Ignacio Ferrin, co descubridor de la piedra en cuestión.  Los que lo conocen saben que Ignacio es, como decimos por aquí, un «caramelo escaso».  Su nacionalidad, al menos por su acento y rasgos culturales, parece indeterminada: 20% Gallego (Español), 70% Venezolano y 10% Colombiano, o como él dice, 100% del lugar donde haya comido en los últimos 6 meses.  Como lleva 5 años en Colombia, él se declara «gastronómicamente» Colombiano.

Ignacio Ferrín, descubridor de Jorgezuluaga.

Ignacio Ferrín, descubridor de Jorgezuluaga.

Ignacio me hizo el honor, pero ciertamente el honor es todo suyo.  Fue él, con su mejor estudiante hace más de 10 años, Cesar Leal, quienes se pasaron noches en vela y días sin descanso buscando entre miles y miles de fotogramas, rastros «invisibles» de piedras que se movían entre las estrellas.  Las fotos habían sido tomadas con un telescopio del Observatorio Nacional de Venezuela.  Después de mucho buscar encontraron cerca de 500 que parecían definitivamente objetos orbitando al rededor del Sistema Solar.  Tras descartar uno a uno aquellos que ya habían sido descubiertos antes, se quedaron con una «relativamente» corta lista de 12.  Como yo no he descubierto ninguno, para mi es lo mismo 12 que infinito.  Pero ver un asteroide por una vez no es suficiente para decir que existe y que merece un nombre.  Después del reporte original, los años pasaron para Ferrín y Leal hasta que llegaron por fin las confirmaciones.  Uno a uno los cuerpos descubiertos fueron confirmados y los dos investigadores Venezolanos empezaron la ardua tarea de encontrar nombres apropiados para ellos.

El último de esos cuerpos, nuestra piedra de unos 8 km (debo decir que su tamaño no ha sido medido con precisión y esta es solo una estimación con base en su distancia, brillo y albedo), tiene una órbita que lo sitúa a 300 millones de kilómetros del Sol.  A esa distancia debe recorrer la medio bicoca de 1,800 millones de kilómetros para completar una vuelta alrededor de él.  Este periplo le toma periódicamente unos 5 años.  Tuvieron que esperar Ferrin y Leal más de 10 años para que por fin la IAU y el Minor Planet Center (MPC) dieran el visto bueno para nombrar el cuerpo (eso ocurrió en el mes de octubre de 2013).

El resto de la historia es lo que vimos en el emotivo acto del 20 de mayo de 2014 en el Parque Explora (una versión en línea del evento puede verse en este enlace).  Además de ser un gran astrónomo observacional y un maestro, Ferrín creo una atmósfera de misterio alrededor del nombre del Asteroide y nos mantuvo en vilo hasta el último minuto cuando el auditorio estallo en aplausos al descubrir que un paisa había logrado un escaño entre esos más de 18,000 asteroides con nombre.

Trayectoria del (347940) Jorgezuluaga en el cielo por estos días.  Se encuentra en la constelación de la Serpiente.  Tiene una magnitud de +19 lo que implica que es hasta 10 veces más débil que Plutón.

Trayectoria del (347940) Jorgezuluaga en el cielo por estos días. Se encuentra en la constelación de la Serpiente. Tiene una magnitud de +19 lo que implica que es hasta 10 veces más débil que Plutón.  Crédito: Alejandro Osorio, Software: Sky Safari.

Como saben hay otro colombiano (es más, otro paisa) que puede contar una historia parecida.  Se trata de Antonio Bernal, un ingeniero aficionado a la astronomía que de aficionado no tiene un pelo.  Antonio lidero en 1986 por estos lares la campaña de observación del cometa Halley.  Fue co fundador de las agrupaciones más importantes de astronomía en Medellín y Colombia.  Fue maestro de muchos de los que en su tiempo en Medellín apenas dábamos los primeros pasos con entusiasmo y que lo admirábamos por su profesionalismo a pesar de que ninguna institución académica lo había acreditado como astrónomo.  Autor de libros, escritor para la revista Sky & Telescope.  Director del Planetario de Medellín por un tiempo.  Hoy Antonio, encontró su casa, además de entre los Asteroides del Cinturón Principal (el suyo lleva la denominación (1982592) Antbernal) en España, después de que como ya es común en nuestra tierra, ninguna institución, ni Medellín, ni en Colombia fueron capaces de ofrecerle la estabilidad y felicidad que un hombre con su talento debería tener.

Doble honor estar sentado hoy al lado de Antonio.  Y al lado de otros ilustres personajes como (775) Lumière, (777) Gutemberga, (3313) Mendel, (5102) Benfranklin, (8661) Ratzinger (sé, ese Ratzinger), (876) Scott, (3092) Herodotus, (6123) Aristoteles, (7014) Nietzsche, (79144) Cervantes, (8240) Matisse y hasta (2620) Santana (una lista de los más famosos nombres de Asteroides puede encontrarse en este enlace)

Como es común en este blog ya me estoy extendiendo mucho.  No puedo terminar sin decir que hay un nombre aún más grande que todos los Astrónomos de Colombia que han vivido.  Se trata otra vez de un Ingeniero y Matemático (que por estos lados y en su época era lo mismo que Astrónomo): Julio Garavito.  Su nombre esta grabado entre los más grandes filósofos y científicos, en un cráter en las regiones polares de la Luna, a tan solo unas «cuadras lunares» del gran Leibniz.

Termino con una lista.  ¿Qué tiene entonces de bueno y de malo para la Astronomía Colombiana este bautizo? (si, también tiene cosas malas):

Las cosas buenas: (1) un colombiano más; (2) ese colombiano soy yo (bueno, eso fue muy egoista); (3) un paso más para poner a la Astronomía en el top-of-mind de los colombianos; (4) el nombramiento es una «llave» para abrir las puertas de las oficinas y los cerebros de gobernantes y funcionarios que podrían ayudar a la Astronomía Colombiana en el futuro próximo; (5) es un aliciente para todos los estudiantes que están hoy estudiando Astronomía o quieren hacerlo y que ahora pueden agregar a sus sueños el de pasar a engrosar la lista de asteroides con nombres.

Las cosas malas: (1) que no haya un asteroide con el nombre de Ignacio (a todos mis estudiantes los conmino a descubrir uno, ojalá más grande que Jorgezuluaga y ponerle el nombre de Ferrin); (2) que no hayan más de 16 caracteres para el nombre; ya mi mamá me regaño porque no puse el apellido de ella, Callejas (este también es muy egoista); y finalmente pero no menos importante (3) que Venezuela lleve más de 30 o 40 años haciendo Astronomía incluyendo el descubrimiento de asteroides y que mientras tanto en Colombia nos toque parir micos para que nos prestén atención y nos den el apoyo para tener nuestros propios instrumentos.

Espero que cuando esto último pase le podamos devolver a Venezuela el gran honor que nos ha hecho Ignacio.  Él esta de primero en la lista.  Después de eso espero que podamos descubrir muchos más asteroides y nombrarlos como los otros cientos de ilustres personajes (o martires) de la ciencia nacional.  Ahora bien ¿quién creen que será el siguiente?

Actualización: Junio 4 de 2014

No puedo dejar pasar la oportunidad de subir esta bella caricatura que Alejandro Rua me hizo llegar a través de su esposa Lorena Aristizabal a quien queremos mucho por estos lares.

347940-Jorgezuluaga

Cura para el Tedio de Eclipse

¿Habrá un fenómeno Astronómico que sea más aburrido que un Eclipse Total de Luna? Duran una eternidad (un par de horas) y la verdad sea dicha, no hay mucho para ver.  Si no se tienen buenos amigos para conversar, buena comida y bebida, este no es justamente un plan para iniciar a la familia en la observación astronómica.  Muy a pesar de eso, los eclipses de Luna ofrecen oportunidades únicas para el entusiasta para aprender y hacer cosas en Astronomía, que casi ningún otro fenómeno ofrece.  Les doy aquí algunas ideas para aquellos que se están preparando para el «emocionante» eclipse del 15 de abril de 2014.  Les aseguro que si no llevan el cerebro, una cámara y muchas ganas de aprender, la salida de observación para ver un eclipse de Luna (especialmente en la madrugada) puede ser una trasnochada sin mucha justificación.

«Los eclipses totales d’Luna son aburridos pero al mismo tiempo dan oportunidades geniales para medir cosas increíbles»
Abril 9 de 2014
http://bit.ly/trino-eclipses-luna

Eclipse total de Luna de Octubre de 2004, Foto por Doug Murray (Palm Beach Gardens, Florida).  Fuente: NASA (http://science1.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2007/12feb_lunareclipse/)

Eclipse total de Luna de Octubre de 2004, Foto por Doug Murray (Palm Beach Gardens, Florida). Fuente: NASA (http://science1.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2007/12feb_lunareclipse/)

Recuerdo la mayoría de los eclipses de Luna que he visto en mi vida.  Son fenómenos realmente muy comunes y sobre todo, extremadamente fáciles de ver.

A diferencia de los «exclusivos» eclipses de Sol, que solo pueden ser vistos desde una estrecha (aunque larga franja) del planeta, que dicho sea de paso, vaya usted a saber cuando le toca a la ciudad en la que vive o si le toca a la hora correcta, para ver un eclipse de Luna basta que este de noche en algún momento de las 4 o 5 horas que toma el fenómeno en desarrollarse.

De los recuerdos que tengo de mis experiencias con Eclipses de Luna, hay 4 específicamente que me marcaron.  El primero fue en los 80s cuando un eclipse de Luna altamente publicitado en los medio, fue esperado por la gente de mi barrio afuera en las calles, como si esperaran ver el paso de la caravana del Papá o de la Selección Colombia.

Como aficionado a la Astronomía que era me emocionaba saber que mis vecinos gozaban de un fenómeno astronómico tanto como yo lo hacía.  La hora del eclipse (parcial) llegó.  La sombra de la Tierra comenzó a morder la Luna y esta a pesar de estar completamente llena al principio de la noche, empezó a lentamente a perder parte de su área iluminada.  Al principio todo fue muy emocionante para la mayoría que nunca había visto el fenómeno (y lo será también el próximo 15 de abril de 2014 cuando se repita).  Sin embargo, el prolongado tiempo que tomo para que la Luna pasará de un disco regordete a un cuarto creciente inesperado y finalmente a un reducido cachito de Luna, terminó por erosionar completamente el interés de mis vecinos que decidieron acostarse mucho antes de ver lo más emocionante del fenómeno.  Ese día entendí que los Eclipses de Luna no son para todo el mundo.

La segunda experiencia que recuerdo fue cuando ya en la Universidad decidí que debía hacer lo que la gente que sabe hace durante los eclipses: tomar fotos para luego estudiarlas.  Tuve tan mala suerte en esa ocasión que la cámara (ajena) que estaba usando se cayó de frente y la lente objetivo se partió.  Paso casi un año para que el trauma (emocional y económico) sanara.  Desde entonces no volví a usar una cámara profesional ajena (y la verdad tampoco una propia).

La tercera experiencia fue en un avión.  La mejor de todas.  A pesar de estar plenamente informado del fenómeno no me interese mucho por saber a qué horas era o si coincidía con la hora de mi viaje.  La sorpresa fue mayor cuando en medio del camino, al mirar por la ventanilla del avión pude ver esa hermosa luna roja que caracteriza la etapa más emocionante del fenómeno.  Unos minutos después había cerrado la ventanilla y estaba viendo algún enlatado gringo en las pantallas del avión.  Como sucede frecuentemente en Astronomía, si lo hubiera planeado seguro me habría tocado una tormenta tropical que me habría impedido ver el eclipse.

La cuarta experiencia (y la final) fue hace un par de años cuando la Luna hizo algo emocionante e inesperado (al menos para mí que no lo había visto): salió por el horizonte completamente eclipsada ¡Vaya experiencia! A pesar de la novedad, 20 fotos con mi cámara digital después y una vez finalizada la totalidad (que para nuestra suerte se acabo unos minutos después de que la luna saliera completamente) estaba disfrutando de la conversación con mis amigos arropado dentro de una casa en un lugar que para esa hora era insoportablemente frío.

Y eso que me considero un verdadero Nerd de la Astronomía.  No sé si mis amigos compartan esta opinión conmigo.  Creo que algunos estarán odiándome en estos momentos porque tienen organizadas sus propias salidas de campo y excursiones, aunque creo que no tienen de que preocuparse porque dudo que esta entrada la esten leyendo las personas que asisten con ansiedad para ver su primer eclipse de Luna en buena compañía.

No estoy diciendo que todo sea malo en los eclipses de Luna sino que a diferencia de otros fenómenos astronómicos como los Eclipses de Sol, las lluvias de estrellas, los cometas e incluso el avistamiento de la estación espacial o el telescopio Hubble, los Eclipses de Luna están un poco sobrevalorados y sobre todo, casi nunca se advierte que en realidad la verdadera experiencia es más corta de lo que creen (no justifica mucho más que la sacada de una silla en el patio de la casa por un par de minutos y en la noche)

Pero hay algo en los eclipses de Luna que es poco común en Astronomía: la oportunidad de hacer medidas y registros científicos de forma sencilla y barata como no se puede con casi ninguno de los fenómenos astronómicos arriba mencionados.  Su duración permite que podamos prepararnos y experimentar hasta obtener el resultado que queremos.  La facilidad de observación hace que podamos hacerlo desde muchos lugares del Planeta.  El fenómeno involucra los dos cuerpos astronómicos más cercanos, la Tierra y la Luna, y con ello las medidas se hacen mucho más sencillas.  Y bueno, como casi nadie sabe lo aburridos que son, tu familia (cónyuge, hijos o padres), si no es que comparten contigo la afición, siempre te dan su bendición para que te pierdas un par de horas con tus amigos para hacer astronomía de la buena.

Yo sé que muchos de ustedes no nacieron para «medir» nada.  A lo sumo se ven como sibaritas que quieren es someter a los sentidos a estímulos que puedan recordar el resto de su vida.  Pero es que no todo el mundo puede contar que midió el tamaño de la Tierra o la distancia a la Luna o que vio el atardecer en Rusia sin moverse de su casa.  Si estas historias le interesan siga leyendo.

He aquí entonces algunas cosas interesantes que puedes hacer con unos pocos implementos y algo de pasión durante el que de otra manera sería un aburrido Eclipse de Luna:

El tamaño de la Tierra

EclipseLuna-RadioTierraLa primera medida que podemos hacer es increíblemente trivial.  Les confieso que en realidad no se necesita de un eclipse de Luna.  Basta hacerlo un día cualquiera de Luna llena como lo es, por regla, el día de los eclipses de Luna.  La diferencia aquí es que no hay otra Luna llena a la que le prestes tanta atención.

Necesitas: una cámara de piñata (que hoy en día ya tienen 24 megapixeles, estabilizador de imagen, tiempo de exposición voluntario entre otras bobaditas que en mi tiempo costaba mucho dinero conseguir) y unas 6 horas libres.

La idea es tomar dos fotos de la Luna, una al salir por el horizonte (cruza los dedos para que este despejado a esa hora) y otra a la media noche, cuando la Luna este muy alta en el cielo.   No sé si lo habrán pensado pero resulta que como vivimos en la superficie de la Tierra y no en su centro, la Luna no está siempre a la misma distancia de nosotros.  Como se puede ver en la imagen que acompaña esta explicación, al atardecer la Luna esta a la distancia que los astrónomos dicen que esta (el radio de su órbita), pero a la media noche esta más cerca.   Como consecuencia la Luna debería verse un poquitín más grande a la media noche que al salir por el horizonte.

¿Pero no era al revés? Para eso necesitas la cámara.  Tu cerebro es demasiado terrenal como para no darse cuenta que el exagerado tamaño que le asignas a la Luna al salir por el horizonte es tan solo un engaño de la percepción y no un efecto real.

Los mas ñoños preguntarán: ¿y la refracción atmosférica? Si tomas la foto de la Luna a una altura decente y no justo en el horizonte no hay mucho de que preocuparse.  Les dejo de tarea como usando estos datos pueden calcular el Radio de la Tierra (si no logran adivinarlo escríbanme y con gusto les daré una mano)

¿Dónde estoy en el planeta?

Tiempos y condiciones precisas del Eclipse de Luna del 15 de abril de 2014

Tiempos y condiciones precisas del Eclipse de Luna del 15 de abril de 2014

No sé si lo sabían pero por mucho tiempo los exploradores del planeta tuvieron serias dificultades para saber en que parte del mundo se encontraban cuando salían a recorrerlo de forma atrevida.  Si bien los mapas ayudan cuando estas en el mar y tienes alguna manera de calcular la distancia que avanzas, saber exactamente la latitud y la longitud geográfica no es ninguna trivialidad.  Bueno la latitud se puede obtener viendo la estrella polar.  Pero la longitud es otro cuento.  A los menos informados les recuerdo que la longitud geográfica es el ángulo entre el meridiano de la Tierra en el que estamos y el meridiano de Greenwich.

Pero estamos en pleno siglo XXI.  Saber la longitud geográfica ya no es un problema. Para eso esta Google Earth.  Es cierto, pero ¿que tal medirla con precisión desde la comodidad de tu casa?  Lo único que necesitas es un reloj (con la hora tan precisa como puedas)

Basta que registres con precisión el tiempo en el que ocurren algunas etapas claramente identificables del eclipse: el momento en el que la primera esquina de la sombra de la Tierra se asoma sobre el disco lunar (primer contacto de la Umbra o U1 en el diagrama) o el instante en el que el último recodo de Luna iluminada desaparece y da paso a esa hermosa luna roja (segundo contacto o U2 en el diagrama).

Si comparas la hora exacta (ojalá al segundo) en el que ocurren estos contactos con la hora en Greenwich (hora UT, como aparece arriba) podrás determinar con precisión tu longitud geográfica.  Lo más increíble (y al mismo tiempo más obvio): el tiempo en el que se producen los contactos en principio será diferente para tí y para tu abuelita que viva al otro lado de la ciudad hacia el oriente o el occidente.  La razón es que los dos tienen longitudes geográficas diferentes.  La diferencia será posiblemente de unos segundos, pero es posible medirla.

¿Cuál es el tamaño la Luna?

EclipseLuna-RadioLunaUno de las medidas más populares que pueden hacerse usando los eclipses de Luna es aquella que permite determinar el tamaño de nuestro satélite.  En pocas palabras medir la Luna de un vistazo.  Para hacerlo lo único que necesitas es tomar una foto de la Luna durante la fase de eclipse parcial (cuando la sombra de la Tierra muerde una fracción del disco lunar).

Lo primero que se nota cuando se toma este tipo de imagenes es que la circunferencia de la sombra de la Tierra es mucho mayor que nuestro satélite.  No era para más, todos sabemos que la Tierra es más grande que la Luna.  Pero no hay que dejarse engañar.  Debido a que el Sol es enorme el tamaño de la sombra de la Tierra a la distancia de la Luna no es exactamente igual al tamaño de la Tierra.  La sombra de la Tierra es cónica y cuando llega a la Luna se ha reducido en una cierta fracción.

El secreto de la medida del tamaño de la Luna es saber exactamente en cuánto se ha reducido.  La figura que acompaña esta explicación muestra que la sombra de la Tierra tiene un tamaño que es aproximadamente igual al diametro de la Tierra menos el diámetro de la Luna.  Una aritmética sencilla les permitirá encontrar el radio de la Luna.

La distancia de la Luna

Una conjunción entre la Luna Eclipsada, Saturno y Regulus.  Este tipo de conjunciones son más comunes de lo que creemos.

Una conjunción entre la Luna Eclipsada, Saturno y Regulus. Este tipo de conjunciones son más comunes de lo que creemos.

No sé si se habrán percatado pero durante el eclipse de Luna del próximo 15 de abril de 2014 la estrella Spica y el planeta Marte estarán «anormalmente» cerca de la Luna.  Esto hará que ambos posiblemente aparezcan en muchas de las fotos que se tomarán del eclipse, especialmente en la fase de totalidad durante la cual el brillo de la Luna es el menor.

Pues hay una sorpresa incluída en esta casualidad.  Debido a la distancia MUCHO menor de la Luna respecto a la de Marte y Spica, cuando se comparen fotos tomadas por personas en lugares diferentes incluso dentro de una ciudad, la distancia en la foto a la que que aparezcan Spica y Marte serán diferentes.  Los astrónomos llamamos a este fenómeno paralaje.  Cierre el ojo izquierdo y mire con el derecho en que parte del fondo de su oficina o habitación aparece proyectado el borde de la pantalla en la que lee esta entrada.  Ahora cierre el ojo derecho y mire con el izquierdo.  ¿Nota algún cambio?  Es lo mismo pero a una escala muchísimo menor.

La medida del paralaje de la Luna es una manera bastante simple de determinar de forma muy precisa su distancia a la Tierra.  Pero para hacerlo necesita a un amigo igual de encarretado que usted, con un reloj sincronizado con el suyo pero más important tomando la misma foto en un lugar muy lejos del que usted se encuentra.  Medellín y Copacabana podrían ser dos sitios posibles para hacer la medida.  Pero no lo olvide, sus relojes deben estar sincronizados.  Tal vez en esto pueda ayudar si en el momento en el que van a tomar la foto se llaman por celular.

 Miles de Atardeceres Juntos

Una última medida que se puede hacer durante el que ahora ya no parece un aburrido fenómeno astronómico, tiene que ver con el bellísimo color carmesí con el que se tiñe la Luna durante la totalidad.

Como deben saber este color es debido al hecho de que algo de luz del Sol logra filtrarse entre la atmósfera de la Tierra para caer finalmente en la superficie de la Lun,  aún cuando ni un solo rayo de Sol debería llegar allí.  El efecto es mejor entendido al ver la imagen simulada de la Tierra tal y como se vería desde la Luna durante el eclipse.

Eclipse Total de Sol como es visto desde la Luna.  Desde la Tierra vemos a la Luna iluminada por todos los atardeceres de la Tierra.  Crédito: APOD / Hanna Gartstein

Eclipse Total de Sol como es visto desde la Luna. Desde la Tierra vemos a la Luna iluminada por todos los atardeceres de la Tierra. Crédito: APOD / Hanna Gartstein

Como vemos allí la luz que llega a la Luna es debida a todos los atardeceres vistos en los sitios del planeta que están justo en el borde de la Tierra.  La Luna se tiñe de rojo por los arreboles de la Tierra.  Este hecho crea una oportunidad única y muy interesante de medir las propiedades de la atmósfera a través de la que pasa la luz del Sol antes de llegar a la Luna.  De hecho el color de los eclipses de Luna ha sido considerado por mucho tiempo una biena medida de cuánto polvo hay en un momento dado en la atmósfera de la Tierra.

La medida que les propongo hacer es sencilla.  Basta tomar una foto de la Luna antes de que empiece el eclipse, cuando la Luna esta completamente iluminada y justo cuando esta completamente eclipsada.  Si se restan digitalmente ambas imagenes el resultado es increíble: un mapa de la luz producida por la atmósfera de la Tierra justo a la distancia de la Luna.  Con ingenio y juicio tal vez buena ciencia pueda salir de una comparación como esas.


En síntesis y aún después de describir estas sencillas medidas astronómicas, me sostengo en que los eclipses de Luna son los fenómenos astronómicos más aburridos y largo que se conocen.  Aún así, con algo de paciencia, ingenio y no sin tener buenos amigos, comida y bebida, se puede hacer de estos eventos una oportunidad para convertirnos temporalmente en verdaderos astrónomos.

Epílogo

A pesar de la «mala publicidad» que esta entrada aparentemente crea acerca de las salidas de campo y los eventos alrededor de los eclipses de Luna, no quiero perder la oportunidad de invitarlos a participar de los eventos que se están organizando en la ciudad para apreciar el evento especialmente con muy buena compañía.  Entre ellos resaltan la actividad realizada por el Grupo FENIX y el Grupo Orión en el Municipio de Copacabana.  Las que realizará el ITM en la sede Fraternidad en el Barrio Bostón de Medellín o las del Grupo Galileanos en el Museo de Arte Moderno de la ciudad.   Información completa sobre estas actividades puede encontrarse en las páginas de Facebook de los grupos e instituciones mencionadas.

¡Allá nos vemos!

Actualización

Me llegan otras ideas de amigos.  Esta es de Andrés Torres del Observatorio Astronómico del MIT en Bostón*:

Existe una actividad divertida y algo «nerds» para realizar durante el eclipse de Luna, esta es el calculo del diámetro de los cráteres lunares durante el eclipse. Para los que tienen un cronometro y un telescopio pequeño (o unos binoculares) y ademas quieren pasar un rato tomando unas fotos les recomiendo este ejercicio.

1. Escojan el cráter que deseen medir (pueden consultar en un software como virtualmoon atlas que cráter desean medir)
2. Busquen el cráter antes de que la umbra pase sobre el e identifiquen-lo (memoricen su posición en la cabeza) para que después no se pierdan
3. Cuando este ocurriendo el eclipse cronometren el tiempo que se demora la umbra en cubrir el cráter escogido (puede ser también el tiempo que demora en salir la umbra del cráter cuando ya haya pasado la totalidad)
4.  Resulta que la velocidad de desplazamiento de la umbra es de aproximadamente 1km/s, por lo que si la umbra tarda 3 segundos en atravesar un cráter, entonces este medirá 3 kilómetros.  
Para los que quieran saber como se llega a esta velocidad de desplazamiento pueden realizar el cálculo, es fácil, tengan en cuenta el mes sidéreo, el diámetro de la luna y el diámetro aparente de la Luna desde la tierra.
Se sorprenderán midiendo el tamaño de algunos cráteres lunares. Algunos son grandísimos
Pd: aplica también para los mares, aunque puede causar aislamiento social y aburrimiento para algunos

El Nuevo Cosmos

Acabo de disfrutar el estreno mundial de la serie de ciencia más esperada de los últimos años: Cosmos, una Odisea en el Espacio-Tiempo.  Mi veredicto: ¡fantástica!  Aunque como dicen por ahí un hombre no se baña dos veces en el mismo río y este hombre se ha bañado más de ~10,000 veces desde que disfrutó por primera vez la Cosmos de Sagan, puedo asegurar que la joya de la divulgación científica de los años 80, ha vuelto a la vida

«Solo un gran documental puede contener tan buenas ideas. La mejor del estreno del nuevo #Cosmos: todos somos descendientes de Astrónomos»
Marzo 11 de 2014
http://bit.ly/trino-estreno-cosmos

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¿Qué hace a una serie documental una gran serie? ¿qué hace al nuevo Cosmos tan bueno como el Cosmos de Sagan? Aunque muchos (o tal vez pocos, es mi esperanza) pueden pensar que mi emoción es desmedida y que el Nuevo Cosmos es tan solo una versión con mejores efectos especiales y un poco más personal que otras series científicas de nuestro tiempo, quiero presentarles aquí algunos argumentos para proponerles que declaremos oficialmente el renacer del Cosmos de Sagan.  Si sueno muy emocional es porque tanto mi razón como mis más profundos sentimientos sobre la ciencia están íntimamente vinculados con esta serie.  Hoy, sentimientos similares afloraron mientras disfrutaba del que para mí fue simplemente el capítulo 14 de Cosmos, congelado en el tiempo por casi 20 años como si esperará los adelantos científicos y tecnológicos de nuestro tiempo.

¿Cuál es entonces la receta para crear un buen documental de ciencia y que los productores del nuevo Cosmos lograron conservar por más de 20 años para producir de nuevo este tesoro?

El primero, nuevamente, es Sagan.  Muy a pesar de haber muerto hace poco menos de 20 años, el fantasma del creador de la serie sigue ahí e incluso se nos aparece en uno de los momentos más emotivos de este capítulo 14.  No en persona sino en una vieja agenda que conserva intacto el nombre del nuevo presentador, al que conoció cuando este último tenía apenas 17 años.  Se nos aparece en un acantilado, el acantilado en el que comenzó el viaje de la nave de la imaginación en 1986.  Esta vez personificado como otro astrónomo.  Uno como él y que en esa carrera de obstáculos que llamamos la ciencia, le recibe el testigo.  Se nos aparece en una voz en «off» que repite una de las frases más contundentes de toda la serie, «Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo».

En síntesis, una gran serie documental, es también una gran personalidad científica.  Sagan, deGrasse Tyson y no Tom Selleck  o Morgan Freeman

El segundo elemento que hace a la nueva Cosmos tan buena como la Cosmos de Sagan es que te sorprende con lo inesperado.  En el momento en el que te podrían simplemente soltar un dato más, algo que podrías encontrar en una enciclopedia o en un libro de texto, te deja caer una variación de algo que ya sabías y que simplemente no habías pensado de esa manera.  Si bien para personas distintas el dato más impactante de un capítulo en una serie como esta puede variar, para mí el de este estreno fue uno solo: todos somos, de alguna manera, descendientes de astrónomos;  la astronomía estuvo de una manera u otra vinculada con nuestra supervivencia cuando comenzaba nuestro periplo en este planeta.  ¡Fantástico! Ese es el Cosmos que me conecto con la ciencia en los años 80.

El tercer elemento es hacerlo personal.  Los seres humanos vibramos con todo lo que implique a otros seres humanos.  Una cosa es explicar lo que le pasa a un asteroide cuando cae en un agujero negro y otra es contar la misma historia pero con un astronauta de carne y hueso como protagonista.  En Cosmos, el viaje es personal, como rezaba el título de la que ahora llamaremos la primera era de la serie.  Y es personal porque todo en la ciencia lo es.  Por encima de todas las cosas, la ciencia es un proyecto cultural y social.  Creado y sostenido por series humanos.  Un viaje de descubrimiento y uno muy largo en el que aún la muerte de los viajeros es un evento más que no puede ser motivo para detenerse.

En este capítulo de estreno nos encontramos con los sueños personales de un hombre completamente chiflado: Giordano Bruno.  Después del capítulo de hoy ya no sé si admirarlo o gritar a voz en cuello que fue el chiflado más recordado de todos los tiempos.  Les confieso que yo podría estar perfectamente entre los que le tiraban tomates en ese auditorio en Inglaterra.  ¿Cuantos Brunos habrán por ahí? ¿cuánto tiempo tardaremos en saber que estaban en lo cierto? ¿10 años? ¿1,000 años?

El cuarto elemento de una gran serie científica es que te hable en un lenguaje en el que todos podamos entender.  Me sorprendió poderosamente el lenguaje claro y preciso de la nueva Cosmos.  El mismo lenguaje que utilizaba Sagan y que hoy le vale toda la admiración de la comunidad divulgativa internacional.  En esto los creadores de la nueva Cosmos se lucieron y debo confesar que a pesar de mis temores, sé que este logro puede ser en gran medida obra del mismo DeGrasse Tyson.  Me quito el sombrero ante este digno continuador de la Saga Sagan.

El uso de un lenguaje sencillo tiene que ir acompañado de analogías, herramientas didácticas o visuales sencillas también.  El Calendario Cósmico es la mejor de todas.  ¿Quién no tiene claro que marzo es muy temprano y noviembre bastante tarde? Una invención original de Sagan vuelve a la vida magistralmente ilustrada por las herramientas que él lamentablemente no vería en vida.  Como en la vida, Enero coincide con el período de «oscuridad» más profundo de todo el año: todo esta por hacerse, todo se esta cocinando en silencio.  La Galaxia cumpleaños en marzo, claro en el marzo del calendario cósmico.  El Sol llega tarde.  Hay que esperar las vacaciones de fin de año para que el Universo haya cocinado los elementos químicos que se apilaran como basura a su alrededor y crearán a la Tierra apenas hasta el mes de agosto.  La vida es una invención  del cálido septiembre cuando «prácticamente» el año se acabo.  Las flores llegan como una broma el 28 de diciembre.  Y todo lo que ha sido la miserable (en términos cósmicos) historia de la humanidad, se reduce a un «faltan 12 (segundos) pa’las 12, el año va terminar«.

En esta escala solo falto un evento importante: Cosmos, el nuevo Cosmos, se estrenó 6 centésimas de segundo después de la media noche del primero de enero del calendario cósmico creado por el mismo Sagan en 1986.

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El Cosmos de Sagan

Hoy, 9 de marzo de 2014 se estrena en Estados Unidos (y el martes 11 en el resto del mundo) una nueva era de la que ha sido quizás la serie de divulgación científica para la televisión mas exitosa e influyente de todos los tiempos: Cosmos.  Su creador, escritor, productor y presentador, Carl Sagan no solo se convirtió en una figura de referencia en la divulgación de la astronomia sino que ademas (y como poca gente sabe) fue un prolijo cientifico planetario.  ¿Podrá esta nueva etapa de la serie competir en contenido e influencia a la mítica serie de los años 80?  Los que recordamos y vivimos el Cosmos de Sagan esperamos que así sea.

«Hay cosas que el nuevo Cosmos no tendrá: no tendrá la emoción del Voyager, ni el teatro, pero lo más lamentable es que no tendrá a Sagan»
Marzo 9 de 2014
http://bit.ly/trino-cosmos

Carl Sagan entre los más fantásticos modelos planetarios que vi jamás

Carl Sagan entre los más fantásticos modelos planetarios que vi jamás

Muchos científicos y entusiastas de la ciencia que crecimos con la poderosa influencia de las sugestivas reflexiones y el tono emocional de Sagan, en una epoca en la que la única divulgación que escasamente veíamos era la de los programas educativos, le debemos al mismo Sagan y a su serie, una sensibilidad especial por la ciencia en su conjunto.

Los que lamentablemente no alcanzaron a ser influenciado por el Cosmos de Sagan, en las etapas mas sensibles de su vida, tal vez vean la serie original como una producción «ochentera», presentada por un señor vestido a la usanza de finales de los 70, hablando de todo y a veces muy poco de astronomia y que dificilmente podría competir en espectacularidad y contenido informativo con las mega producciones actuales.

¿Qué tiene entonces de especial el Cosmos de Sagan y que todos los que crecimos con su decisiva influencia esperamos no pierda el nuevo Cosmos?

Si tuviera que empezar por lo primero que se me venga a la cabeza (y no necesariamente por lo mas importante) diría que el Cosmos de Sagan tenía a Sagan.  Su característico saquito de cuello alto y saco con parches en los codos, se convirtió para nosotros en la inconfundible presencia de esa poética versión de la ciencia que transmitía en la pantalla. Aún si el nuevo presentador, el carismático divulgador Neil deGrasse Tyson, se pusiera el mismo atuendo, dificilmente igualaría la personalidad de Sagan.  De todos los rasgos de esa personalidad, que posiblemente interpretaba solo como un actor, y uno muy convincente ante las cámaras, estaba esa continua fascinación que se reflejaba en su rostro cuando hablaba de casi cualquier cosa.  Al mismo tiempo, ese mismo rostro, que para un joven como yo, era el de un verdadero sabio, un ídolo, demostraba una genuina humildad frente a la pequeñez y fragilidad del hombre ante el Universo, humildad que por lo menos para mí fue aleccionadora.

Una «sonrisita» permanente  que se dibujaba en su cara (que vemos incluso en la escena que ilustra esta entrada) parecía demostrar como el conocimiento puede hacer feliz a alguien.  Consciente o inconscientemente esa sutil felicidad reflejada en el cara de Sagan terminó por hacer que muchos de nosotros, tal vez por simple efecto de neuronas espejo, sintiéramos una felicidad parecida cuando aprendíamos algo nuevo de él o de alguien más.  Soy escéptico pero realmente espero que deGrasse Tyson alcance a transmitir la misma humildad, la misma felicidad genuina, que quedo tatuada en nuestras mentes después de ver a Sagan en los 80 y 90.

La segunda característica del Cosmos de Sagan y que definitivamente hizo a esta serie histórica, es que sus capítulos no necesariamente trataban todo el tiempo de astronomía.  En contraposición con las a veces empalagosas series de hoy, tal y como la muy popular serie «Universo» de History Channel, cada capítulo del Cosmos de Sagan abordaba las temáticas centrales, desde perspectivas tan distintas como la vida personal de los protagonistas hasta el funcionamiento de la sociedad o del cerebro.  Debo confesarles que mi cerebro juvenil, ansioso por saber más de astronomía, se impacientaba ante esos (supuestos) «detours» y añoraba el momento en el que volvieran a aparecer las imagenes del Voyager, la representación de las galaxias o las estrellas.  Hoy, al mirar en perspectiva, me doy cuenta que lo que más aprendí en el Cosmos de Sagan, no fue sobre Astronomía o Física, sino sobre cómo la ciencia en su conjunto es un increíble proyecto social y cultural vinculado con casi todos los aspectos de nuestra vida. Qué mejor enseñanza podría recibir un joven aspirante a científico (o un soñador) que entender que la astronomia o la física no tratan solamente sobre saber la composición o el tamaño de las partículas de los anillos de Saturno sino también con conocer, casi en persona, a los hombres que en las frías noches holandesas vieron por primera vez con claridad esos anillos o ver de cerca la emoción de los hombres y las mujeres que llevaron hasta allá las naves espaciales que nos revelaron sus secretos.

Espero que la nueva cosmos conserve esa tradición y que Tyson parezca un cientifico tan integral como lo fue genuinamente Sagan.

El tercer elemento destacado y único del Cosmos de Sagan fueron las representaciones teatrales de la historia de la ciencia.  Quién recuerda una cara distinta de la de Kepler, si no es la del escuálido personaje sentado en una carreta huyendo con su madre por una injusta persecución   Quién, que haya visto la serie original, recuerda algo distinto sobre Humason y su increíble descubrimiento de la recesión de las galaxias, sin pensar en ese personaje de gafas sentado en la oscuridad en un observatorio real (el primero que vi en mi vida) esperando pacientemente a que se registraran espectros en placas de vidrio.

Lo poco que he visto de la nueva serie deja adivinar que el único protagonista vivo en la historia será el presentador.  Espero que las representaciones animadas que parecen ser características de la seria no sean las únicas que veamos.

En una epoca en la que crear simulaciones computarizadas de la realidad o ilustrar con sofisticados modelos informaticos conceptos difíciles de la ciencia, Sagan, y por supuesto los talentosos productores de la serie, nos sorprendieron con recursos audiovisuales dificilmente vistos en otras series de su época.  Cómo olvidar, por ejemplo, la magistral explicación de las extrañas condiciones que tendría nuestro encuentro con personajes de otras dimensiones espaciales, en esa famosa historia sobre «planilandia».  Con el único recurso de unas figuras en cartulina, un escritorio, una manzana, tinta y un cuchillo, manejadas por supuesto con una magistral tranquilidad y claridad, Sagan nos transportó a otras dimensiones y permitió que intuyeramos lo imposible.  Cómo olvidar también esos enormes modelos del sistema solar, planetas tan grandes como Sagan mismo y cuya superficie estaba pintada con un detalle que apenas empezabamos a conocer a partir de las recién adquiridas imagenes de los planetas enviadas por naves como las Voyager.

Quién no aprendió por primera vez en el Cosmos de Sagan, de qué estaba hecho a un nivel fundamental su propio cuerpo.  Todos presenciamos esa inolvidable escena donde Sagan, convertido en un verdadero alquimista de la vida, mezcla elementos químicos en un oscuro laboratorio esperando que algo de allí saliera reptando.  El cosmos de Sagan nos enseño por primera vez que era un Gogol, nos permitió entender la verdadera escala de lo que una decena de miles de millones de años de historia cósmica realmente es, nos mostró cómo sería el cielo de un planeta en un cúmulo globular distante con la Galaxia adornando el atardecer y nos presentó al cerebro como una enorme biblioteca de recuerdos infantiles y conocimientos acumulados.

Pero la más notable de todas las herramientas audiovisuales creadas para el Cosmos de Sagan, es una secuencia animada que representa la evolución del hombre desde las primeras formas de vida y que esta musicalizada, como todo Cosmos, con la inconfundible música de Vangelis.  Nada más emocionante para un verdadero «Cosmofilo»  que escuchar y ver esta secuencia.  La incluyo aquí para su disfrute,

Desearía profundamente que los niños y jóvenes de esta generación recibieran una influencia tan profunda de la nueva Cosmos (o de cualquier otra serie o experiencia audiovisual) como la que recibí yo y muchos de mis amigos del Cosmos de Sagan.  Si este fuera el caso, la nueva serie habrá valido el inmenso riesgo de continuar Cosmos en la ausencia del irremplazable Carl Sagan.

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