Trinoceronte

Porque 140 caracteres a veces no son suficientes

Colombia necesita ir a la Luna

«Colombia no sabe que hacer con 1.5 billones de pesos (~500 millones de dólares) que tiene para ciencia».  Estas son las palabras que pronunció recientemente la directora de la agencia nacional de ciencias del país, Colciencias.  La «sentencia» ha caído como un baldado de agua fría sobre todos los científicos Colombianos, que al contrario de lo señalado en la lapidaria frasecita, vemos como se reducen cada año las posibilidades de financiar lo que hacemos.  ¡Yo sé que podemos hacer con esos 500 milloncitos de dólares! ¡Deberíamos ir a la Luna!; o construir un acelerador de partículas; montar una estación en la antartida; construir un satélite climatológico; o tal vez «simplemente» armar un supercomputador.  Todas estas cosas ambiciosas podrían catapultar a Colombia a la estratosfera del desarrollo científico; no en dos o cinco años (como pretende a veces Colciencias), pero si en 20.  He aquí algunas razones por las que creo que deberíamos empezar a soñar con «metas imposibles» en lugar de seguir viviendo un desarrollo dolorosamente gradual.

» ‘No necesitas ser grande para empezar. Necesitas empezar para ser grande’ (leído por ahí) #ReglasDeLaVida»
Octubre 26 de 2016
http://bit.ly/trino-ser-grande

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Así podría lucir el primer rover lunar Colombiano. La imagen original es del rover chino Yutu (Credit: CNSA / CCTV)

El trino con el que comienza esta entrada resume muy bien la propuesta que quiero desarrollar aquí: para que Colombia haga algo importante en ciencia no puede esperar a ser grande científicamente (desarrollarse gradualmente); al contrario para ser grande lo que necesita la Colombia científica es proponerse las metas más ambiciosas.

Ir a la Luna podría ser una de ellas.

Solo imagínenlo.  Científicos de todo el país (de distintas áreas e instituciones) unidos para lanzar la primera misión interplanetaria Colombiana (un país cuya única experiencia espacial es haber lanzado un satélite del tamaño de una hamburguesa doble que emitió por unas horas beeps radiales intermitentes desde la ionosfera).

Imagine a los científicos encorbatados presentando ante el Congreso de la República la idea.  Argumentando los beneficios que a muy largo plazo tendría un esfuerzo como estos para Colombia.  Mostrando el modo en el que la incipiente industria tecnología del país se catapultaría hasta alcanzar niveles impensables al enfrentarse a retos verdaderamente difíciles, tales como los de construir dispositivos electrónicos para trabajar en las adversas condiciones del espacio.

Imagínese lo inimaginable: el crecimiento de otras industrias antes reservadas solo para los países más ricos y desarrollados tecnológicamente.  La industria electrónica, la de materiales, la de combustibles aeroespaciales, la industria de sensores e imágenes, la industria de software científico, la industria de automatización avanzada, la industria óptica, la industria criogénica, etc.

Imaginen la escena de una bandera del país adherida a la superficie de aluminio de un rover u ondeando con la vibración producida por el movimiento sobre el irregular terreno lunar.  Imaginen las primeras fotografías descargadas por gigantescas antenas de radio instaladas en las silenciosas llanuras del Guaviare o el Vichada y analizadas en una estación de control construída en las afueras de Bogotá.  Imaginen a los astrónomos paisas, a los geólogos costeños, a los heliofísicos bogotanos, recibiendo los primeros datos enviados por los sensores del rover lunar colombiano.  Datos enteramente colombianos.

Soñar no cuesta nada, dirán los más realistas.  Habrá que recordarles a todos, sin embargo, que en 1962, cuando Estados Unidos soñó con enviar un hombre a la Luna, la experiencia que tenía en viajes espaciales tripulados era casi completamente nula.  Esta bien: sabían lanzar cohetes (aunque no muy bien todavía), habían mandado a un piloto en un vuelo suborbital un año antes y el hombre que más sabía del tema estaba entre sus científicos (Werner Von Braun).  Pero este era un reto tecnológico completamente nuevo.  Las dificultades que implicaba eran alucinantes.  El costo incalculable.  Como todos recordaran en 1969 lo lograron.  Hoy son la potencia espacial y científica más grande de la Tierra (y de la historia).

A diferencia de 1969, ir a la Luna hoy no es tan difícil.  Varios países lo han hecho ya, aprendiendo por nosotros las lecciones que le costarían mucho a un país como Colombia aprender (mientras gasta recursos incalculables).  Naturalmente, esos países no estarán dispuestos a compartir con Colombia sus secretos ¿o si?.  Hay que recordar, sin embargo, que vivimos en un mundo diferente al de la década de los 60, un mundo más abierto, un mundo en el que la información circula más libremente.  A eso debería sumarse la «simpatía» que despierta que un país en vías de desarrollo busque metas realmente ambiciosas; un país que lucha contra sus ciudadanos más abyectos por conseguir la paz y mantenerla en el tiempo.  Esta simpatía podría valernos la colaboración de decenas de países y agencias espaciales del mundo.

Pero ¿el costo? ¿podría Colombia asumirlo?.  Aquí entra la cita de la directora de Colciencias: ¿serán suficientes 500 millones de dólares?.  Según datos del gobierno Chino (el último en hacer posar suavemente un vehículo espacial en la Luna) una misión robótica lunar cuesta $140 millones de dólares (que abreviare en lo sucesivo U$140M).  Bueno, sin contar con otros cientos que costaría la infraestructura espacial en Tierra o pagarles a los mismos Chinos, a los Rusos o a los gringos para que nos pongan el vehículo en el espacio (yo no sueño con que tengamos nuestro propio Baikonour o un Cabo Cañaveral en la Guajira… bueno, no todavía).

Yo sé que están pensando: «¡Colombia no va a ir a la Luna!  Este es solo el sueño de un astrónomo colombiano muy optimista».  Pero no pueden negarme que nos alcanzaría la plata y hasta sobraría un poco para otros proyectos menos ambiciosos.  Tampoco pueden dejar de reconocerme que de proponernos ir a la Luna el beneficio científico y tecnológico sería enorme y no solo en áreas como la ciencia aeroespacial (incipiente en nuestro país) ¡lo sería en casi todas las áreas del conocimiento!

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Colombia tiene terrenos y plata suficiente para construir su primer sincrotrón operativo. El de la fotografía es el Diamond Light Ring en el Reino Unido. Crédito: Diamond/UK.

Que tal entonces si en lugar de ir a la Luna construimos un acelerador de partículas, algo así como un LHC criollo.  ¿Se imaginan?

Tomamos una extensa llanura no inundable en Boyacá o Cundinamarca (podría también ser en Córdoba o el Meta); sobre ella construímos una instalación avanzada para acelerar protones y electrones casi hasta la velocidad de la luz, usando un gigantesco tubo de 500 metros de diámetro lleno de magnetos superconductores y tuberías criogénicas.  Todo tal vez a tan solo unos kilómetros de la pista automovilistica de Tocancipa o no muy lejos de algún pueblito pintoresco boyacence o llanero.

Toda la comunidad científica estaría implicada en la construcción del acelerador de partículas, llamado también por los nerds Sincrotrón. Los biólogos nacionales estudiarían con los rayos X producidos por las partículas subatómicas aceleradas en una llanura de Boyacá, las estructuras minúsculas de insectos y aves zancudas propias de nuestro país.  Científicos de materiales harían lo propio con nuevos materiales diseñados para la industria de energía renovables.  Ingenieros de alimentos estudiarían la estructura microscópica de los helados producidos por la industria nacional para producir «paletas de exportación».  Los físicos, felices, perfeccionarían sistemas de refrigeración para los magnetos superconductores, montarían nuevas industrias que ofrecerían servicio de diseño y mantenimiento de los sofisticados equipos del sincrotrón colombiano, estudiarían procesos fundamentales, etc. En síntesis serían los más felices.

Todo sin contar que la construcción movilizaría la industria nacional en un torbellino de intercambio tecnológico sin precedentes con industrias de avanzada de todo el mundo, que otra vez y con el apoyo de sus gobiernos, estarían más que dispuestos a ayudar al «pequeñito» que se asoma al futuro después de un conflicto armado de 50 años.

«¡Pero esto es solo un sueño!», dirán los más escépticos, «algo que solo podría financiar un país desarrollado», murmuraran los realista;  «¡los costos deben ser exorbitantes!» se lamentará la mayoría.   Pero no.  Según datos del gobierno Británico construir un sincrotrón de avanzada podría costar U$300M (menos de $1 billón de pesos o el 0.3% del PIB actual de Colombia).  Pero un sincrotrón adaptado a nuestras necesidades podría no valer más de U$100M, algo que esta perfectamente al alcance del «desperdiciado» (según Colciencias) presupuesto para investigación científica de Colombia.

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Así podría verse el primer supercomputador colombiano. En la imagen se ve en realidad el Leibniz Supercomputer Center en Alemania con 150,000 procesadores, el décimo más rápido del mundo. Crédito: SuperMUC.

Si las anteriores propuestas podrían parecer muy restrictivas y beneficiar a una «pequeña» fracción de la comunidad científica nacional (solo según una más pequeña fracción de esa comunidad que no tendría la creatividad para participar en esos dos proyectos) hay todavía un proyecto al que seguramente casi nadie se opondría.

Construyamos un supercomputador para Colombia.

Solo necesitamos unos U$100M para construirlo, más unos U$7M anuales (U$70M por década) para alimentarlo con electricidad y agua.  En un país lleno de agua, no dudo que nos sobraría para refrigerar a este pequeño monstruo.

Podemos instalarlo en algún lugar entre las montañas de Antioquia, tal vez con una pequeña central hidroeléctrica propia.  Desde allí saldrían largos cables de fibra óptica que recorrerían el país para conectar al «leviatan de silicio» con centros de computo satélites más pequeños ubicados en Medellín, Bogotá, Cali y otras capitales científicas del país.

¿Pero quién podría beneficiarse de un aparatejo de esos?  ¡Pregunta equivocada!.  ¿Quién no? sería más correcto decir.

Teniendo a disposición una capacidad casi ilimitada de computación y almacenamiento, petaflops y petabytes dicen los entendidos, podríamos simular el casi intratable clima del país para predecir sequías e inundaciones. Crear y analizar la más grande base de datos de la biodiversidad del país (una de las mayores del mundo). Diseñar vehículos más seguros apoyándonos para ello de la inteligencia conjunta de miles de computadores.  Pero también crear nuestras propias simulaciones cosmológicas o analizar los datos del LHC, ambos objetivos casi tan importantes para el desarrollo del país como aquellas aplicaciones que creemos más cercanas a nuestras vidas.

¿Y que tal si nos proponemos hacer las tres cosas al mismo tiempo?

Estos 1.5 billones de pesos que los científicos nacionales no hemos podido gastar según Colciencias, representan poco menos del 1% del PIB ANUAL de nuestro país (U$370M).  Si después de obtener cualquiera de los anteriores jugueticos, quisiéramos seguir invirtiendo en ambiciosos proyectos científicos, a los biólogos, físicos, astrónomos, geólogos Colombianos, contrario a lo que piensa Colciencias, nos sobran ideas.

He aquí las que a mí se me ocurren:

  • Un complejo de observatorios astronómicos profesionales de alta montaña.  U$50M.
  • Una estación científica colombiana en la antártida. U$10M
  • Un satélite con carga científica (satélite meteorológico o de observación de la tierra, telescopio espacial). U$50M.
  • Participar de una colaboración científica internacional (ESO, LHC).  $200M.
  • Construir un observatorio ecuatorial de rayos cósmicos.  U$50M.
  • Construir una flotilla de buques de investigación oceanográfica.   U$50M.
  • Instalar un radiotelescopio gigante entre las montañas.  U$180M.

Es claro que también podemos atomizar esos U$500M en 5,000 proyectos (que es lo que hemos hecho hasta ahora).  Pero seguiríamos siendo un país chiquitico, chiquitico, lleno de científicos con un ego gigante, gigante, con una gobierno tacaño, tacaño, que entrega sus limosnas a través de una agencia nacional miope, muy miope.

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12 pensamientos en “Colombia necesita ir a la Luna

  1. Pablo Andres Cuartas Restrepo en dijo:

    Excelente!!!

  2. Alejandro Mira Agudelo en dijo:

    Jorge, me encantan tus ideas! pero seguramente solo se van a realizar si en algún momento TODOS los académicos nos unimos, convencemos a la opinión pública de que esos proyectos son importantes, y presionamos a los que toman decisiones para que nos escuchen y entiendan qué quiere y necesita el país. Y si no nos unimos ni para discutir lo que nos toca directamente la tranquilidad (dígase referendo por los acuerdos con las FARC), o lo que nos toca directamente el bolsillo (dígase reforma tributaria), que te imaginas que va a pasar con propuestas que toquen el desarrollo científico del país?

    Ojalá tu indignación (que también es la mía), no se convierta en otra «carta de protesta con unas cuantas firmas» criticando unas decisiones incontrovertibles de estamentos más altos, a los que nada les importa tu pensamiento o ideas, porque según ellos tu no tienes el criterio o la información para opinar o entender lo que ellos hacen o necesitan hacer.

    • Hola Alejo,

      Gracias a ti por leer y proponer.

      Definitivamente yo no quería escribir una carta abierta con 500 firmas. Eso no sirve para nada. Yo lo que quería con esta entrada era mostrar que ideas si hay y todas realizables (aunque eso tampoco sirva para nadaM; dudo que Colciencias lea esto o que pase del segundo párrafo).

      No nos vamos a poner de acuerdo en los detalles en Colombia. Mi propuesta es: si la Universidad Nacional de Colombia propone a Colciencias construir un Sincrotrón, todas las demás universidades deberíamos firmar apoyando esa propuesta. No participar necesariamente en su elaboración. Solo rodearla entendiendo que tiene las mejores intenciones.

      Yo no creo en propuestas escritas por 100 universidades, pero si considero fundamental que no obstaculicemos ninguna propuesta ambiciosa de otras instituciones.

      De otro lado hay un mensaje que hay que enviarle a Colciencias: dejen de hacer convocatorias güevonas para financiar 1,000 proyectos en «áreas pertinentes». Eso no sirve para nada.

      Hagan una convocatoria a 5 proyectos gigantes, en cualquier área del conocimiento, que contribuyan a disparar a la ciencia nacional a otro nivel (U$500M es mucha plata, incluso para los gringos); desarrollemos la ciencia nacional alrededor de esas propuestas. Estoy seguro que después vendrá más plata para las pendejadas chiquitas.

      Con un sincrotrón o un supercomputador es mucha la ciencia y muy diversa que podríamos hacer. Yo lo veo tan claro.

      Pero bueno; esta es una labor de una o dos generaciones. Tal vez no nos toque a nosotros. Hay que tener paciencia.

      Jorge Z.

  3. Andres Gomez en dijo:

    Hola Jorge,

    excelente post. Me parece muy grave que en un país en donde de por si se invierte poco dinero en ciencia y tecnología, se este perdiendo parte de este sin ser asignado. Me pregunto cual sera la causa del problema.

    Yo creo que es impractico echarle toda la culpa a la desidia de colciencias, o a su ineptitud. Seria mas útil buscar la raíz del problema en hechos concretos. Por ejemplo, hay un lugar donde se puedan ver cuales proyectos son asignados y cuales no? Tiene Colciencias proyectos «ejemplo» que ellos califiquen como buenos?
    Como saben las diferentes universidades, entidades (empresas?) que proyectos proponen las demás y como pueden ponerse de acuerdo?
    De esta manera seria mas sencillo darnos cuenta que alguien ha propuesto un ciclotron y apoyarlo.
    Yo mismo como estudiante en un grupo de investigación extranjero solo tengo alguna idea de lo que hace mi universidad en Colombia, especialmente por conversaciones. Pero no se donde buscar lo que hacen las demás instituciones.

    Seguramente por acá nos están todas los problemas, pero es uno que veo claramente.

    • Hola Andrés,

      Gracias por escribir. Efectivamente no todo es desidia de Colciencias. También esta el sistema político colombiano que delego en los mandatarios regionales la responsabilidad de repartir este dinero.

      Colciencias sin embargo, debería haber sabido que esa es una fórmula para un desastre y que por la misma razón no se podía hacer de esa manera.

      El Sistema de Regalías en Colombia funciona así: los proyectos científicos deben presentarse a las corporaciones regionales (Gobernaciones). Allí los proyectos deben estar vinculados al plan de desarrollo del departamento (ya empezaron los problemas). A continuación debe existir la voluntad política del mandatario de turno, que como solo esta en el poder 3 años, no se atreve a hacer nada grande de lo que no pueda «cortar la cinta».

      Como resultado los únicos proyectos que se presentan son supremamente deficientes. Muy pocos científicos queremos someternos a los vaivenes de la política o buscar en los planes de dllo de los departamentos de Colombia aquella pequeña mención a la ciencia que puedan hacer.

      Yo con mis colegas Astrónomos en la UdeA nos metimos en esta vaca loca y te cuento que después de 4 años no hemos logrado que el Departamento del Huila gire 4,000 millones para los ESTUDIOS de factibilidad de un proyecto que incluye la construcción de un observatorio profesional.

      En síntesis: Colombia tiene plata para ciencia pero esta atomizada por todos los departamentos del país en manos de políticos. Colciencias debería trabajar para cambiar eso.

      Quedo atento,

      Jorge Zuluaga

      • Oscar Macias en dijo:

        Hola Jorge,

        Excelentísimo post, muchas gracias por compartir estas provocadoras ideas. Hablando con colegas Japoneses me cuentan que el govierno Japonés desde hace un cierto tiempo decidió privilegiar los llamados proyectos de alto impacto (el tipo de proyectos que garantizan varias publicaciones en Science o Nature y posiblemente premios Nobel) en detrimento de los pequeños proyectos. Me cuentan que esto ha generado basicamente una super elitisación de la ciencia – unos cuantos científicos con h-index gigantes a costa de una gran mayoría empobrecida en terminos académicos, una especie de neoliberalismo científico.

        Yo propongo que seamos más ambiciosos y que empecemos a pensar en proyectos grandes que pongan a Colombia en el mapa científico pero sin descuidar al «investigador de apie». De hecho es sorprendente que los investigadores Colombianos son segundos en el mundo en optimización de recursos provenientes de grants http://www.nature.com/nature/journal/v535/n7613_supp/fig_tab/535S66a_G2.html.

        Con admiración y aprecio,
        Oscar.

      • ¡Excelente aprote Oscar!

        Conocía el estudio.

        Es que cierto que la «pobreza» lo hace a uno muy recursivo. Pero, en ciencia, la riquezo… ¡ay que rico!

        Yo creo que el «investigador de a pie» se vuelve investigador de grandes ligas cuando se lo pone a trabajar en grandes proyectos. Ir a la luna es una cosa de ~500 autores y no todos son de categoría «Nobel».

        En Colombia hay conmigo investigadores pequeños (casi que independientes) que no nos juntamos con otros gigantes porque trabajamos en cosas que no conducen sino a nuestros propios beneficios. Pero si a mi me ponen en el grupo de uno de esos grandes, a trabajar por un objetivo realmente ambicioso (simular el clima de Colombia por ejemplo) yo sé que saldría lo mejor de mí.

        Jorge Zuluaga

  4. Manuel Lopera en dijo:

    Profe, muy buen articulo! No me parecen tan lejanas estas ideas, creo que los científicos y académicos como ustedes, deben unirse y acercarse mas a los ciudadanos como nosotros, y entre todos movilizarnos ejerciendo presión sobre los gobiernos para que estos objetivos se cumplan.

  5. Alejandro Olaya Davila en dijo:

    Juan,
    no solo pase del segundo párrafo, lo leí 2 veces. Gracias por los Sueños compartidos, también son los míos. Nos queda un camino de largas reformas legislativas para lograr que eso suceda.
    Búscame y Nos tomamos un cafesito y hablamos cómo avanzar en hacer esos sueños realidad.
    Cordial Saludo
    Alejandro Olaya Davila

    • Hola Alejandro,

      Me alegra que hayas pasado del segundo párrafo. Son sueños grandes y sé que Colciencias esta suficientemente enfrascada en los detalles minúsculos de las políticas de ciencia y tecnología para leer sobre los sueños locos de los científicos.

      Yo lo reitero y ojalá que tu trasmitas este sentimiento a otros directivos de Colciencias: solo haremos algo realmente importante en ciencia en Colombia, el día que nos propongamos hacerlo en grande, sin complejos, sin direccionamientos externos («ustedes no se metan en eso»).

      Si bien es necesario hacer muchas reformas legislativas para conseguir algunos de estos sueños, también hay cosas sencillas que pueden empezar a hacerse desde la posición de Colciencias y que nos podrían acercar a esas aspiraciones.

      Son cosas arriesgadas y hay que trabajar por convencer a mucha gente pero creo yo que se pueden lograr con algo de voluntad.

      Comencemos por una muy sencilla: dejemos de clasificar entre la ciencia pertinente y la que no le sirve al país. Toda la ciencia le sirve al país.

      La ciencia es un estado mental colectivo y no una empresa productora de soluciones. Para llegar a ese «estado mental» no tiene uno que estar trabajando en los problemas acuciantes de la sociedad (es más, esos son los últimos que deberíamos abordar). Se puede a ese estado contando Nautilius en los corales de Cartagena o simulando la colisión de galaxias remotas.

      Sin el estado mental, no hay soluciones. Pero una vez se alcanza, no hay problema pequeño.

      Cuando pase por Bogotá te voy a hacer cumplir la promesa del tinto y si pasas por Medellín tendré el placer de invitarte a un juguito en la UdeA.

      Jorge Z.

  6. Mario Solarte en dijo:

    Buenas tardes mi estimado Iván… una cuestión mínima… ¿no sería mejor poner el Cabo Cañaveral criollo más cerca de la línea ecuatorial en lugar de en La Guajira?, digo… para aprovechar mejor el impulso de la rotación terrestre y poder poner cargas útiles más pesadas.

    • Hola Mario,

      Por razones dinámicas es cierto que una ubicación más cercana al Ecuador sería mejor. Pero por razones de seguridad es mejor tener la plataforma cerca a una costa que al oriente tenga océano y no territorio continental posiblemente poblado.

      Jorge Z.

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