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Astrónomos con los pies en la Tierra (actualizada)

Vayan a la entrada original.
Esta entrada es una repetición creada por equivocación:

Astrónomos con los pies en la tierra

Astrónomos con los pies en la tierra

Hoy es un día especial.  El primer egresado del programa de Pregrado en Astronomía de la Universidad de Antioquia recibirá su título profesional.  Es un evento histórico para la ciencia nacional, un logro personal importante para Nicolás, el primer Astrónomo titulado en Colombia y naturalmente para todos los que trabajamos duro estos años para llegar a este punto.  Pero lo que sigue es aún más difícil.  Este es también el momento perfecto para que los astrónomos colombianos (en realidad Nicolás no es el primer astrónomo de Colombia) pongamos los pies en la Tierra y miremos con juicio los retos aún más difíciles que le esperan a esta nueva generación de jóvenes formados en la «primaria» de nuestra disciplina en el país.

«Hoy se gradúa el primer egresado de Astronomía de la @UdeA, pero faltan años para que se «gradúe» el pregrado: tenemos que ver el impacto y su competitividad internacional #PiesEnLaTierra»
Octubre 21 de 2014
http://bit.ly/trino-grados-pregrado

 

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Esta hermosa foto lograda por nuestro gran amigo Andrés Ruiz del Parque Explora resume la profunda relación entre la Universidad de Antioquia y la Astronomía. En la foto: el Hombre Creador de Energía (de Rodrigo Arenas), la Luna y Venus


«Hoy se gradúa el primer astrónomo colombiano»
titulan los medios hoy en Antioquia y en todo el país.  Un titular sin precedentes en nuestra disciplina, que  nos llena de orgullo, creo yo, a todos los que trabajamos profesionalmente en Astronomía en el «país del sagrado corazón» (como decimos sarcasticamente por aquí).

El orgullo es aún mayor para quienes venimos trabajamos muy duro en esta «quijotada» desde 2007 en la Universidad de Antioquia, enfrentando las críticas, el escepticismo y los obstáculos burocráticos propios de nuestro país.  Es tiempo tiempo también de recordar al autor intelectual de esta «irresponsabilidad», Martiniano Jaimes, ex vicerrector general de la Universidad de Antioquia, quien nos «obligo» (literalmente) a emprender esta aventura.  También a Pablo Cuartas, el único irresponsable que se atrevió a montarse con quien escribe estas líneas, en esta «vaca loca burocrática», cuando nadie creía que se pudiera.  Como dice el mismo Pablo, yo soy el «papá» del pregrado de astronomía y él la mamá (bueno, en realidad él lo dice al contrario, pero si lo conocieran estarían de acuerdo conmigo).

Después de las fotos, los brindis y los abrazos de hoy (en los que lamentablemente no tendré la suerte de aparecer o de gozar por estar fuera del país en un merecido receso «administrativo» para ser, por un par de meses, solo un investigador) es necesario poner los pies sobre la tierra y llamar las cosas por su nombre.  Yo entiendo que la emoción del momento nos lleva a veces a decir cosas que después la historia nos cobrará o que los comunicadores tienen una función muy importante de llamar la atención de las personas sobre cosas que de otro modo nadie voltearía a mirar.  Pero hay que tener cuidado.

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Esta foto, que ha dado más vueltas en Internet que foto robada a diva de Hollywood, corresponde a la primera clase del Pregrado de Astronomía. Allí aparecen Nicolás y Jorge 2 de los primeros egresados del país. Lamentablemente no aparece Bayron, el tercer egresado de esta primera cohorte.

Lo primero: Nicolás no es el Primer Astrónomo Colombiano.  ¡Ni porque estuviéramos tan atrasados!.  Si así fuera, ni pregrado podríamos tener.

Digámoslo como es: «Nicolás es el primer Egresado de un pregrado de Astronomía en Colombia».

En Colombia hay alrededor de 40 astrónomos profesionales (mal contados), la mayoría de los cuáles tienen títulos de pregrado de Física e Ingeniería (tanto de Colombia como en instituciones en el exterior), pero más importante títulos de Magister o Doctor en Astronomía, Astrofísica o Física y publicaciones en el área que los acreditan plenamente como Astrónomos.

Hasta el sol de hoy (y creo que seguirá siendo así por mucho tiempo) un Astrónomo Colombiano es esencialmente alguien que (siendo Colombiano) ostenta un título de Posgrado (Maestría o Doctorado) en Ciencias Físicas (Física, Astronomía, Astrofísica), pero más importante, que desarrolla o ha desarrollado su actividad de investigación en Astronomía (que ha publicado y publica en los journals del área, que es citado y reconocido por sus colegas en la disciplina).  Para algunos bichos raros como yo, además, lo de «Colombiano» (después de Astrónomo, Médico, Físico, etc.) también es cuestión de que su actividad la desarrolle dentro del país (de nada sirve que nos sintamos orgullosos por los muy excelentes Astrónomos que ha dado el país pero que han sido enteramente financiados por países diferentes al nuestro; eso es trampa; ver mi entrada anterior «Un Científico es de Dónde lo Cuidan«).

No pretendo con esto demeritar el logro que yo mismo ayude a conseguir o el hito histórico que representa la graduación de Nicolás. ¡Ni que fuera el más bruto!.  Pero tampoco es justo con los otros astrónomos del país, que de un día para otro pasemos a ser simplemente el background en el que se van a formar los verdaderos astrónomos de Colombia.  Los que nos volvimos Astrónomos antes que Nicolás, por la vía todavía muy natural de estudiar Física u otra carrera relacionada y hacer un posgrado en el área, también somos astrónomos colombianos en todo nuestro derecho.

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Francisco José de Caldas puede ser para muchos el primer Astrónomo Colombiano. Pero también el primer biólogo, geólogo, ingeniero, etc.

Es más, si vamos a hablar del primero Astrónomo tendríamos tal vez retroceder y revisar quién fue el primer egresado de la Maestría en Astronomía de la Universidad Nacional.  Algunos incluso podrían decir que el primer Astrónomo fue Francisco José de Caldas (que no hizo posgrado en Astronomía, ni nada parecido) o José Celestino Mutis (menos, aunque fue él quien trajo el primer observatorio o la primera traducción de los Principia de Newton al país).  Con más razón otros dirían que fue Julio Garavito, quien en realidad tenía sus títulos en Matemáticas e Ingeniería.

¿Y entonces? ¿por qué toda la alharaca con la graduación de Nicolás?

Es que la Astronomía ha crecido mucho desde el tiempo de Mutis, Caldas y Garavito.  Aún más, desde los mismos años 90 cuando se gradúo el primer egresado de la maestría en el Observatorio Nacional.  Incluso desde que yo mismo me gradue de Doctorado hace un poco menos de una década.

Fue este crecimiento lo que nos llevo en primer lugar en 2007 a plantearnos si la formación en Astronomía en Colombia no merecía comenzar desde que uno estaba realmente «pequeño» académicamente.  Hasta el 2009 cuando comenzó oficialmente el pregrado de Astronomía en Colombia, para empezar una carrera académica de Astrónomo (que puede tomar perfectamente de 9-13 años en completarse: 4-5 en pregrado, 1-2 en maestría y 3-5 en doctorado), había que estudiar irremediablemente Física o una carrera afin los primeros 5 años.  Y no es que eso este mal, en realidad el pregrado de Astronomía sigue siendo en un 70% física, pero hoy los Astrónomos enfrentan retos tan difíciles que no se pueden dar el lujo de aprender a ser primero físicos o ingenieros antes de ver su primer curso de Astronomía en un posgrado.

La Universidad de Sao Paulo lo reconoció así, hace también unos 5 años.  Después de un estudio descubrieron que a los egresados de las carreras de física les tomaba 1 año adicional de estudios de posgrado, alcanzar el mismo nivel en tópicos específicos de Astronomía requeridos para hacer investigación de punta, que los egresados de los pregrados de Astronomía (por ejemplo de la Universidad Federal de Río de Janeiro o de otros pregrados de Astronomía en Argentina o Chile).

Y es que hoy saber de Astronomía no es tan solo saber esto o aquello sobre la evolución estelar o esto y aquello sobre la organización y dinámica del Sistema Solar.  La Astronomía se ha vuelto una disciplina, una actividad intelectual, plenamente independiente, en términos de formación y competencias, de la física.  ¡Siempre lo fue!  Debería decirse que solo en los últimos 150 años el matrimonio entre la física y la astronomía se estrecho tanto hasta que se perdieron las fronteras entre ambas disciplinas y la que es consideraba la ciencia más antigua paso a ser un capítulo más de la física.

Señores conservadores de la física: ¡supérenlo!  Hacer hoy astronomía es muy diferente a hacer física y lo será aún más en los años venideros.

También se ha dicho que el programa de Astronomía de la UdeA graduará 180 astrónomos en unos pocos años.  ¡Ni por qué se tratará de una fabrica de empanadas!  Hacer un Astrónomo es extremadamente difícil.  En realidad convertirse en uno es la verdadera hazaña.  Nicolás y los compañeros que le siguen son unos pocos de cientos que pasan las duras pruebas que impone la academia, entre ellas la de pensar que se puede vivir como científico.  Si solo la Universidad de Antioquia graduará astrónomos de pregrado (esperemos que no y que otros se unan) estimaría que egresarían del programa un par de decenas de ellos en la próxima década.  Eso si, un puñado de lo que espero sean unos excelentes y competitivos profesionales.  Ese es el reto.

Entonces.  Se gradúa el primer egresado.  ¿Este era el propósito de todo este esfuerzo?.  ¡Ni de cerca!.  En realidad el asunto apenas comienza.

¿Qué será de Nicolás, Bayron y Jorge Villa (que también hay que recordar se graduaran en algo mas de un mes)? ¿continuarán su carrera en Astronomía o la abandonarán para dedicarse a otra cosa? ¿serán competitivos con las decenas de físicos que salen de muy buenos programas de física de toda latino america? ¿se les notará lo que los hace diferente? ¿lo sentirán ellos?

¿Dejará el gobierno que sigamos graduando Astrónomos por muchos años más? o por alguna razón (que no quiero imaginarme) ¿nos dirán algún día que el programa no es viable? ¿podremos ofrecer las condiciones que necesita la formación «diferenciada» de un astrónomo en el país? ¿o seguiremos dependiendo de otros países para hacerlo?

¿Llegará el día en el que digan aquí y en otros lugares del mundo: «los egresados de Astronomía en la UdeA son excelentes, es bueno tenerlos de estudiantes de posgrado»? o ¿será al contrario?.

¿Se atreverán otras universidades colombianas a apostarle a esta manera de formar astrónomos? (la Universidad Nacional, la Universidad Industrial de Santander y la de Nariño son mis mejores candidatos para atreverse a continuación) o ¿no superarán ellos los obstáculos imaginarios y los otros muy reales que les imponen sus propias comunidades académicas? (en especial las de los físicos que siguen viendo a la Astronomía como una sucursal de su disciplina).

¿Encontrarán como ganarse la vida nuestros astrónomos? (esto aplica no solo a los que se gradúen del pregrado en la UdeA sino a todos los que superan los ~13 años de duro esfuerzo para convertirse en Astrónomos en el gran sentido de la palabra) o ¿sufrirán las problemáticas de los colegas de todo el mundo para encontrar un trabajo bien recompensado en la disciplina?

Como ven son más preguntas y retos los que abre la graduación de Nicolás que los que ella demuestra se podían superar.  De lo que cabe ninguna duda es que esta fecha deberá estar en los anales de la historia (afortunada o no, eso lo dirá el futuro) de la Astronomía en Colombia.  Por ahora Nico, Jorge y Bayron tienen todo el derecho a decir que están haciendo historia, aunque eso implique que el compromiso que tienen es aún más grande.

La desventaja de los títulos, los reconocimientos, los premios y el número de resultados de una búsqueda en Google, es que vienen con una responsabilidad muy grande.

Otras fotos para el recuerdo:

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Se buscan: autor intelectual del programa de pregrado de astronomía de Astronomía de la Universidad de Antioquia (a la izquierda, Martiniano Jaimes) y uno de los autores materiales (a la derecha, Jorge Zuluaga). Se los requiere para que respondan en caso de que Nicolás no encuentre trabajo.

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Profesores en la primera clase del pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia el lunes 19 de octubre de 2009. La clase no fue de Astronomía sino de Fundamentación en Ciencias (cada uno de los profesores allí es de una disciplina diferente). En primer plano el complice material de la creación del pregrado: el también Astrónomo Pablo Cuartas.

Actualizaciones:

  • Octubre 21, 16:30
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Y aquí esta el título más esperado de los últimos 5 años en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia. ¡Felicitaciones a Nicolás!

Sobre Metros, Satélites y Astrónomos

Como científico colombiano que soy (paisa para ser más preciso) no hay forma políticamente correcta de decir esto: el desarrollo espacial y astronómico de Colombia ha estado por mucho tiempo «bogotanizado», es decir, sometido a la misma lógica absurda que ha impedido que Bogotá, una de las más grandes capitales de Latinoamérica, tenga un sistema de Metro.   Aunque estoy seguro que me tacharán de regionalista y de generalizar en exceso al utilizar el nombre de nuestra amada capital o de sus habitantes para referirme a este terrible error histórico, les presento aquí algunas reflexiones sobre lo que considero es una «manía», tal vez muy Colombiana, de aplazar lo inaplazable, de no invertir en grandes proyectos (un Metro Capitalino, un Observatorio Nacional o un Satélite o Sistema de Satélites) en los que ninguna otra nación, avanzada o en desarrollo, se ha equivocado en el pasado

«El desarrollo espacial colombiano se ha «Bogotanizado»:
vamos a pasar años analizando que es mejor en lugar de hacerlo de una buena vez
»
Marzo 9 de 2014
http://bit.ly/trino-bogotanizacion

MetroObservatorioSatelite

En lugar de sentarse a llenarse de razones para no construir un Metro en Bogotá, un Observatorio de Alta Montaña o de comenzar de una vez por todas la carrera Espacial Colombiana, los científicos y políticos «capitalinos» (Colombianos), deberían dedicar ese mismo ATP cerebral a argumentar en favor de las mismas 3 cosas, aún si en un principio cualquier inversión en esos ambiciosos proyectos parezca irresponsable e incompatible con las supuestas prioridades de nuestro necesitado país.

Y es que todo hay que decirlo: Colombia no va a dejar de tener problemas, necesidades de primer nivel, conflictos armados (grandes o pequeños), desigualdad, pobreza, etc.  Estamos condenados.  Somos humanos ¿qué le vamos a hacer?. Lo que si va a pasar con Colombia es que seguirá rezagada, viendo como otras naciones igual de pobres, pero más «irresponsables» (según el criterio «capitalino»), invierten sus escasos (o no tan escasos) recursos, en cosas en las que no deberían.

No conozco el primer caso en el mundo de una ciudad, desarrollada o no, que se haya arrepentido de haber hecho una inversión multimillonaria para construir un sistema de transporte masivo.  Cualquiera haya sido el costo, cualquiera la cifra que se hayan robado, cualquiera los sobrecostos o errores cometidos, una vez construído un Metro no puede sino ser de un benefició inmenso para una ciudad.

Medellín («se le salió el regionalista a este paisa otra vez», dirán mis amigos de la capital) es un ejemplo perfecto de una ciudad que nunca debió haber tenido Metro.  Pero lo tiene (aunque tal vez todavía estemos pagando la deuda).  El Metro cambio la ciudad, le dio una cara distinta, mejoró un poco la movilidad (no se puede resolver de una sentada un problema endémico como este) pero lo mejor, demostró que soñar en grande produce retornos inesperados y de MUY largo plazo.  En 120 años estoy seguro que nadie se acordará de los errores cometidos en la construcción del Metro Paisa.  Eso sí, nadie olvidará a los pioneros, a los que vieron en esta una oportunidad de oro para la ciudad.

Tampoco conozco a ningún gobernante que se haya disculpado publicamente por  haber iniciado el desarrollo espacial de su país.  Puede que en un principio algunas inversiones hayan parecido demasiado grandes, demasiado inútiles para países llenos de necesidades y desigualdad, pero a largo plazo las necesidades y la desigualdad continuarán (somos humanos, no lo olviden) pero el progreso en estas disciplinas hará una diferencia.

Hablando de desigualdad, nada que reduzca más la desigualdad que un Metro (ricos y no tan ricos metidos en el mismo tubo, con la misma necesidad de movilizarse y siguiendo las mismas reglas); o un satélite que lleva señales electromagnéticas por el aire donde el gobierno de turno no quiere llevar fibra óptica.

Y es que la tendencia en Colombia, y todo hay que decirlo, en nuestra querida capital (bien sea porque concentra el poder público o tal vez por un profundo asunto cultural) de discutir en exceso, de estudiar en demasía, de considerar con mucho seso, algunas decisiones que deberían tomarse con la «irresponsabilidad» característica que los grandes avances requieren, es, sencillamente, histórica.

En 2006 la Presidencia de la República de Colombia y el Ministerio de Relaciones Exteriores crearon la Comisión Colombiana del Espacio (CCE), una organización con la responsabilidad de pensar y planear en la medida de sus limitadas posibilidades el desarrollo espacial colombiano.  Durante casi una década la CCE se reunió de forma juiciosa (a veces para discutir lo mismo una y otra vez otras para mantener el interés del gobernante de turno en los tema del desarrollo espacial) hasta que en Noviembre del 2013, sus juiciosas labores rindieron fruto cuando la Presidencia de la República, en un increíble acto de «irresponsabilidad capitalina», creó la Oficina Presidencial para el Desarrollo Espacial.  La semilla de nuestra Agencia Espacial Colombiana.  En realidad estuvimos a punto de tener literalmente una «Agencia» pero otras prioridades (mineras) echaron al traste esta «irresponsable ambición».

«¡Puf!», pensamos muchos, «por fin el gobierno central daba un paso adelante».  Por fin se creaba una organización, con cargos, salarios, oficinas, responsabilidades y no solo una comisión volatil, para abordar seriamente el tema del desarrollo espacial.

Todo iba relativamente bien hasta unos meses después, a mediados de 2014, el nuevo vicepresidente (en Colombia, cada 4 años los gobernantes cambian y lo hacen en el mes de agosto), en una clásica movida «capitalina», solo digna del fallido Metro de Bogotá, declaro inviable el único proyecto serio de desarrollo espacial para nuestro país en décadas: la adquisición y puesta en órbita de un satélite de observación de la Tierra.

Años enteros discutiendo el tema, elaborando sofisticados documentos técnicos y legales, estudios de viabilidad, y subitamente el Gobierno central sino un solo y «chirriadisimo» individuo (el vicepresidente), determinó que era más barato seguir dependiendo de otras naciones que empujar a nuestro país un paso hacia adelante.

¡Que increíble miopía!

Ahora bien, ¿se pueden comparar estas dos cosas (Metro y Satélite)?  Tal vez algunos (capitalinos mas informados y conocedores de los pormenores del gasto público) dirán que no hay entre estas dos iniciativas ninguna similitud.  Tal vez yo no conozco las 200 variables financieras, macroeconómicas y sociales analizadas en ambos casos, pero como Colombiano y en particular como científico que soy (no como economista o político) a mí me parecen dos idioteces parecidas.

Yo soy de los ingenuos que se ufana diciendo que Colombia tuvo el primer observatorio astronómico en territorio americano (en las 3 Américas): el Observatorio Astronómico Nacional.  Sí, ese mismo en cuyos jardines se construyo la casa de Nariño en la que se toman algunas de las geniales decisiones aquí discutidas.  200 y cacho de años después, somos prácticamente el único país sobre los Andés que no tiene un observatorio de alta montaña.   Tal vez hemos tenido mala suerte.  La crisis del café de los años 80 echo al traste nuestra única oportunidad ¡en siglos!

Tal vez (y esta es mi hipótesis) hemos sufrido de «bogotanismo astronómico agudo».  Ningún Astrónomo en las últimas décadas (y la mayoría, debo decirlo pidiendo la respectiva disculpa a mis colegas capitalinos, han sido bogotanos) fue capaz de pararse con las ganas necesarias ante el gobierno para decirle: «Colombia tiene grandes montañas (y mal clima, pero ahí veremos) y la Astronomía es una ciencia fundamental; necesitamos que nos den los recursos para construir un observatorio; para ayer es tarde».

Venezuela tuvo más suerte: hace 50 años construyeron el suyo (sufriendo del mismo mal clima del que sufrimos nosotros).  Bolivia, Chile, Brasil, Argentina, Panamá, Costa Rica, México… ni que decir de ahí para arriba, tienen observatorios (Chile los más grandes del mundo, financiados en Euros pero ahí están) o facilidades científicas de primer nivel.

¿Y Colombia?.  Discutiendo, analizando.  Estudiando si construímos uno de 1, 2 o 4 metros, si en óptico o en radio, si hacemos estudio de seeing primero o si nos lanzamos en el primer peladero que nos ofrezcan.  Es la triste realidad.  Para cuando nos pongamos de acuerdo tendremos que sufrir con la política capitalina de evaluar primero si lo que podríamos hacer con el instrumento tal vez lo podríamos hacer bajando los datos de Internet. ¡Plop!

El próximo martes 21 de Octubre se gradúa el primer Astrónomo exclusivamente Colombiano.  Formado (así sea en la «primaria» del mundo científico, es decir el pregrado) exclusivamente en nuestro país.  Será el primer Diploma con el rimbombante título profesional de «Astrónomo» expedido legalmente por una institución de educación superior de nuestro país: la Universidad de Antioquia.   Esta hazaña (pequeña tal vez para algunos) no se consiguió sin los debidos contratiempos al mejor estilo «capitalino».  Al Pregrado de Astronomía le sobran hinchas, pero no le faltan enemigos acerrimos que ven en esto una irresponsabilidad sin precedentes: «¿qué buscan ustedes formando una generación de científicos desempleados?», dicen algunos astrónomos capitalinos cuyo nombre no quiero recordar.

A diferencia del Metro de Medellín, el Pregrado es todavía una obra en construcción.  No sabemos si esta apuesta tendrá los resultados que con mucho optimismo creemos que tendrá para el desarrollo científico de nuestro país, pero lo cierto es que existe porque fueron más las razones positivas para crearlo las que se pusieron sobre la mesa que las negativas (que también eran muchas).  Fue más grande el entusiasmo que el pesimismo (o realismo capitalino).  Fue más la emoción de hacer algo nuevo (conscientes de que era con un riesgo económico y humano grande) que el temor a lo desconocido.  Ahí va, pasito a pasito, cumple 5 años el domingo 19 de octubre de 2014.

Soñamos con el día que la Universidad más grande de este país se atreva a dar un paso en dirección similar y que presente en número significativamente mayor razones para que jovenes de toda Colombia estudien la carrera de sus sueños en la Universidad que tiene sedes por todo el país.  Ojalá las voces de los «capitalinos» (esta vez los de la «capital» de las ciencias físicas) no se impongan, con su visión limitada y estudiosa, sobre este sueño en ciernes.

En fin.

Concluyó insistiendo en que lo único que necesita un país como el nuestro para dar pasos seguros hacia adelante, es utilizar la parte más emocionante y energética de las reuniones, para llenarse de razones de porque las grandes empresas deben realizarse.  Si se deja para el final, cuando las galletas y por consiguiente la energía se ha agotado, la elaboración de la lista de los contras, tal vez tendremos chance verdadero (sino en esta, en la siguiente generación) de que Bogotá tenga un Metro, de que Colombia sea un país con desarrollo espacial y de que los Astrónomos no tengamos que descargar mas los datos usados de Internet.

El Planeta Gringo

Como dice la sabiduría popular (y si no lo dice, debería) «nada que una encuesta en Internet no pueda solucionar».  Pues, ese parece ser el caso del ex planeta Plutón.  En las últimas semanas se ha venido rumorando en Internet que el susodicho planeta enano recuperaría su condición de planeta «tradicional» del Sistema Solar, gracias a los denodados esfuerzos de los «weberos» (dícese de quienes usan la web para todo desde montar o desmontar a un presidente hasta retornarle la membrecía a algún cuerpo astronómico).  Pero ¿por qué tanta alharaca con esto asunto de Plutón?.  Como todo el mundo anda opinando del asunto yo no iba a perder la oportunidad de hacerlo, así lo que diga cuente tanto o menos como lo que están diciendo las encuestas en internet.

«Ya que Plutón parece que va a ser un planeta de nuevo ¿por qué no aprovechamos entonces para sacar a Júpiter? #TambienHayRazones»
Octubre 4 de 2014
http://bit.ly/trino-pluton-jupiter

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En 2006 una pequeña fracción de la comunidad astronómica (tan o más confundida que el resto de la astrónomos por los más recientes descubrimientos en el Sistema Solar y más allá) aprobó por votación solemne (aunque minoritaria según algunos) una resolución de la Unión Astronómica Internacional, IAU (la máxima autoridad de los estándares astronómicos) en el que se limitaba el número de cuerpos del Sistema Solar a los que se debería llamar propiamente «planetas».

La definición excluía a Plutón o como lo llamaré cariñosamente en lo sucesivo el «planeta gringo» (no solo por ser descubierto por un Astrónomo de los Estados Unidos sino por la cara con la que quedo después de la resolución).

Casi desde el mismo momento en el que la noticia llego a las redes sociales (es decir 20 minutos más tarde) y hasta hoy, casi un año antes de que se realice una nueva versión de la Asamblea General de la IAU, esta vez teniendo a Plutón como «local» (la Asamblea tendrá lugar en Hawaii, Estados Unidos), no se ha dejado de discutir sobre lo acertado o desacertado de la decisión.

Nunca las Ciencias Planetarias habían tenido tanta popularidad o habían servido de inspiración para imprimir tantas camisetas como en esta oportunidad.  Los términos «TNO» (Trans Neptunian Object), «KBO» (Kuiper Belt Object), «Planetary Embryo», «Hill Radius», etc. nunca habrían sido mencionado tanto en redes sociales y sitios web por igual sino fuera por esta acertada o desacertada decisión.

not-sure-if-pluto-is-planet-but-it-is-to-meLa IAU recibió también un empujoncito en su popularidad.  La que hasta ese año había sido una organización solo conocida por los Astrónomos, paso a convertirse súbitamente en una versión científica de la OTAN o de la ONU.  Lamentablemente, para el público, con la salida del amado Plutón del club de los planetas, la IAU había tomado una decisión desacertada (como las que toman también la OTAN y la ONU) movida seguramente (según algunas versiones) por una minoría poderosa.

Juraría que hasta conatos de una nueva religión se produjeron: la religión de los «plutonistas».

En fin.  Como todo el mundo ha opinado en Internet sobre el asunto y a mi nadie me ha preguntado, les presento aquí mi propia posición sobre este «delicado» asunto.  Soy consciente sin embargo que mi opinión tendrá el mismo o menor efecto que las encuestas en Internet, las camisetas o las marchas de los plutonistas para corregir el curso de la historia de las ciencias planetarias, que valga la pena decir están pasando por su mejor momento en SIGLOS.

Habiendo dedicado estos últimos 5 años de mi vida profesional a los planetas y lo que puede crecer adentro y afuera de ellos he desarrollado una cierta sensibilidad por el tema y espero que esto se vea reflejado en mi posición y en la credibilidad de mi propuesta.

Lo primero que debo decir es que se esta volviendo una opinión general entre los teóricos y observadores de estas rarezas subestelares, como llamaré cariñosamente a partir de ahora a todos aquellos cuerpos que no fusionan, ni han fusionado Hidrógeno-1 en su interior, que la categoría «planeta» parecería ser una falacia, un vicio con origen en tiempos en los que sabíamos tanto sobre el Universo como sobre los microorganismos: nada.  No creo que la gran mayoría de los Astrónomos compartan esta opinión conmigo, pero he escuchado ya un par de expertos muy respetados en las ciencias planetarias y en los dos extremos del quehacer astronómico (el observacional y el teórico) sugerir o compartir la idea de que es inútil tratar de definir las fronteras que separan a los planetas de lo que no lo son.

Y es que como lo demostró el caso del planeta gringo (Plutón para los amigos), ponerle límite a lo que define un planeta es más difícil de lo que pensábamos.

Vesta

Vesta, considerado hasta ahora el segundo asteroide más grande del Sistema Solar, tiene, según lo ha descubierto la nave Dawn, una superficie e interior casi tan complejo como los de un planeta tradicional.

El Tamaño no es.  Piedras de tan solo un centenar de kilómetros tienen paisajes superficiales y procesos interiores complejos que antes ni nos imaginábamos (ver imagen).  Distancia al Sol o a la estrella tampoco.  Se han descubierto cuerpos de gas o roca que prácticamente rozan a su estrella y otros que están tan lejos que un estornudo los sacaría de órbita.  Relación con otros cuerpos en el sistema planetario, menos.  La resolución original de la IAU de 2006 mencionaba el hecho de que Plutón no había terminado de «barrer» las regiones cercanas a su órbitas, como si lo habían hecho otros colosos en el Sistema Solar.  Este fue uno de los aspectos más debatidos de la decisión en todos estos años.  El argumento era relativamente robusto  hasta que se descubrió hace un par de años 2 exoplanetas en órbitas tan cercanas una de otra, que resultaba realmente difícil sostener la idea de que todos los planetas limpiaban sus alrededores después de formarse.

En otras áreas de la Astronomía las categorías son más fáciles de definir.  Es el caso por ejemplo de las Estrellas.  A pesar de parecernos cuerpos fabulosos las estrellas son en realidad cuerpos bastante simplestanto así que una sola propiedad física las define casi completamente: su masa.  A un experto en estrellas usted le da una masa, dígase 0.6 masas solares y el personaje es capaz de decirle todo sobre una estrella tan pesada como eso: cuánto se demora formando, a qué velocidad rota, cuánto va a durar y cómo se va a morir.  Todas las propiedades de la estrella, su color, temperatura, rotación están íntimamente ligadas a su masa.

De la misma manera que la masa dice todo sobre una estrella, esta propiedad permite delimitar de forma precisa qué puede llamarse y que no puede llamarse así,  Hoy se sabe que si la masa de un bulto de materia cósmica es menor a 8 centésimos de la masa del Sol, el calor producido en su interior nunca será lo suficientemente alto como para que se produzca la fusión del Hidrógeno (que es justamente el fenómeno físico que hace que todas sus propiedades dependan solo de la masa).  Es decir, nada con menos masa que eso podrá llamarse estrella.  Sencillo ¿no?. No se necesito nunca una resolución de la IAU para decir cuáles de las cosas que veíamos en el cielo eran estrellas y cuáles no y mucho menos encuestas en Internet para devolverle a aquel lucero o a este otro su membrecía perdida.  Las leyes de la física hacen todo el trabajo por nosotros.

Y en el caso de los planetas ¿no es igual?.  Lamentablemente, no.  Una vez una bola de materia hecha de hidrógeno, helio y otros elementos más pesados, tiene una masa inferior a la necesaria para convertirse oficialmente en una estrella, cosas muy complejas pasan en su interior.  Lo primero que pasa a la materia de la que están hechas estas rarezas «subestelares» es que a las bajas temperaturas propias de los lugares donde no hay fusión del Hidrógeno los átomos empiezan a unirse para formar moléculas (una cosa bastante extraña en la mayoría de las estrellas) y otros racimos atómicos.  Lo que antes era una masa uniforme de «baba hidrogenoide» con iones atómicos diluidos, se convierte ahora en un cuerpo que podría desarrollar capas de elementos y moléculas diferentes y en estados diferentes al gaseoso (líquido y sólido).  Estas capas interactúan entre sí para crear cosas novedosas, desde campos magnéticos, costras dinámicas (cortezas, placas tectónicas, océanos de baba no-hidrogenoide), volcanes, atmósferas e incluso vida.

En fin, el destino de la materia, cuando no puede fusionar Hidrógeno es increíblemente diverso y rico y a la compleja diversidad emergente difícilmente se la puede encasillar.  Es cierto que los astrónomos hoy hablan de enanas marrón, super jupiteres, planetas, asteroides y cometas, pero también es cada vez más claro que las fronteras entre esos distintos niveles de complejidad astronómica son muy borrosas.  ¿Por qué preocuparse entonces por las resoluciones de un grupo de burócratas?

A mi también se me ocurren otras propuestas tan ridículas o acertadas como aquellas de excluir o incluir a Plutón en la lista de planetas.  He aquí algunas alternativas que podrían considerarse también.  Y como las encuestas están de moda no pierdan tiempo y vayan directamente a este enlace para votar por la mejor alternativa que redefina el paisaje «burocrático» del sistema solar:

  • Opción «socialista»: Declarar a todos los cuerpos del Sistema Solar y otros descubierto más allá en una sola categoría: subestrellas.  No más discriminación.
  • Opción «diplomática»: Declarar como planetas a todos los cuerpos con masa (tamaño) igual o menor a Júpiter y masa (tamaño) mayor o igual al cometa Halley (que lleva su nombre en honor a un astrónomo inglés y no hay que hacerles a ellos tampoco el desplante).
  • Opción «hippie»: Declarar a Plutón nuevamente como un planeta, con la respectiva consecuencia de incluir a los otros 20 cuerpos como él que han sido descubiertos desde 1930 y no necesariamente por científicos de los Estados Unidos.  Esto, siempre y cuando se acepte el parágrafo especial de llamar a Tritón «planeta prisionero».  Se sabe que el pobre fue capturado por Neptuno contra su voluntad y hoy gozaría de la condición de planeta si no fuera por su mala suerte y por las abusivas aventuras orbitales de su victimario.
  • Opción «individualista»: Hacer una categoría única por cada cuerpo.  Al fin y al cabo la complejidad de los procesos subestelares es tan grande que es difícil encontrar dos cuerpos enteramente iguales o siquiera parecidos.  De ese modo se definirían los objetos subestelares «Vulcanos», es decir cuerpos con un radio entre 0.1 y 0.15 radios terrestres, compuestos en un 50% de Hierro.  De ellos se conoce solamente un objeto en el Universo: Mercurio.  Estarían también los objetos subestelares «Gaias».  Cuerpos con masa y radio igual a la Tierra situados en la zona de habitabilidad circumestelar o circumbinaria, cubiertos por una biosfera extendida en toda su superficie, atmósfera e incluso en la corteza.  Lamentablemente se conoce un solo objeto de este tipo y algunos piensan que la probabilidad de encontrar otro en el Universo e incluso en el multiverso es prácticamente nula.
  • «Opción Conservacionista»: Devolver a Plutón su membrecía de planeta sin darsela a otros TNOs, pero retirarsela a Júpiter, a Saturno y cualquier otro planeta con sus características descubierto en el futuro más allá de los bordes del cinturón de Kuiper.  Es que a decir verdad Júpiter y Saturno se parecen a todo menos a sus supuestos hermanos menores.  Los astrónomos todavía debaten si se forman a partir de remolinos de gas o si lo hacen como bolas de nieve que ruedan acumulando basura por una ladera, como lo hacen los demás.  A todo eso hay que sumarles que son los únicos que están hechos casi exclusivamente de Hidrógeno y Helio además de tener cuerpos que tendrían todo su derecho a considerarse planetas en sí mismos: las lunas gigantes.  Esos gigantes nos están robando espacio para los chiquitos más indefensos.

¡Voten antes que los «plutonistas» impongan su elección!

¡nos vemos en Hawaii en Agosto de 2015!

La Encuesta de una Clasificación Planetaria Aleternativa
The Alternative Planetary Classification Poll
http://bit.ly/alternative-planetary-classification-poll

Actualizaciones:

  • Octubre 7 de 2014.  A los interesados en este enlace podrán ver los resultados parciales de esta «gran» encuesta.  Cuando lleguemos a 100,000 respuestas tendremos la atención de la IAU ¿o no?

Resultados Parciales de la Encuesta «Una Clasificación Planetaria Alternativa»

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